Qué bueno es saber que eso que se me ha metido en la cabeza es misión imposible, porque entonces me da el subidón y se me pone cuerpo de reto. Entre lo facilón y lo difícil, yo lo tengo clarísimo, ¡dónde va a parar! Tampoco es cosa de que me lo pongas tan tan complicado que me hagas sufrir, porque puedo ser retadora e insumisa como la que más, pero de ahí a ser masoca para tu puro placer, pues va a ser que nones.
Lo cierto es que a veces las cosas no son tan complicadas, pero para eso estamos nosotras, para retorcerlo todo tanto y hacerlo tan lioso que ahí es cuando comienza a ser atractivo, apetitoso, inalcanzable e irresistiblemente insoportable.
-Ni siquiera le he bloqueado, ¡ya quisiera él! Ha sido un ataque mortal. Le he borrado, le he hecho desaparecer de la faz de mi tierra virtual. No me quedan de él ni una sola foto y ni mucho menos sus whatApps bipolares- me cuenta una amiga en ese episodio número infinito del serial de sus últimos meses.
Y para qué vamos a dar por terminado el capítulo de hoy, qué va, es precisamente ahora cuando la cosa se pone mejor:
-No lo puedo remediar, es que estoy pillada por él hasta el infinito y más allá- continúa su historia mi amiga de los viernes.-Pero ese se va a quedar en el limbo de los bloqueados hasta el fin de los días. ¡Ale, ahí, por impresentable!
Pues menos mal que le ha puesto de cara a la pared y que este ya no es nadie en su vida porque lo que es en el rinconcito de su corazón lo tiene en pleno ecuador y subido a un pedestal, aunque por su boca salga en forma de sapos y culebras llamarlo tontainas y mil cosas más.
Y la tarde sigue, y las de la chupipandi ahí estamos, porque no hay nada que una más la amistad femenina que el apoyo incondicional ante el amor imposible. Si tenemos que odiarle, tranquila, que ahí estamos todas a una, odiándole a tope. Pero ojo, si la sufridora le levanta el asedio, no hay problema, el cerco al innombrable se le retira y nosotras ahí, hasta el final. Y si el personaje en cuestión vuelve a salir a escena… pues, ¡bienvenido!
Pero es que hay días para todo, lo mismo me paso una mañana, con su tarde y con su noche más aburrida que nada, que en el mismo día se me amontona el trabajo… Y entonces ahí apareces tú, hecho un dandy de pies a cabeza en un extremo de la calle y yo, paralizada, en el otro. Tú me miras y yo te dejo mirar, me sonríes y a mí se me ríen los huesos y hasta las pestañas me tiemblan y, como si le hubieras pagado a escondidas al del acordeón, va y se pone a tocar a Sinatra… ¡Ya me gustaría a mí que todo esto lo hubiera soñado, porque así sería mucho más fácil vivir sin vivir en mí desde ese día! Te acercas, me rodeas por la cintura y me susurras al oído:
-¿Bailamos…?
-Mejor me dejo invitar a una cerveza que lo de bailar ya sé en lo que podría acabar- Ya está, queda levantada la primera barricada.
Nunca una cerveza me inspiró mejor. ¡Bendita cerveza que me colocó la sesera y el corazón tan en línea que ya quisieran los planetas para sí!
-Te invito a comer…
Y de pronto recuerdo que a este lo tenía yo a dieta, que los tiempos aquellos de comernos a bocados ya pasaron. Y me vengo arriba, le miro a los ojos, me humedezco los labios para dar más versatilidad al regate y con esa calma estresante del que sabe que es mejor lanzar el balón fuera antes de que el contrario meta gol, respondo:
-¡Uy, imposible! Hoy como con una amiga.
A veces es difícil decir que no, muchas otras veces es hasta misión imposible, pero no hay nada más gratificante como el sentimiento del deber cumplido y yo a este, se la debía, ¡ya lo creo!
Y el día no termina, porque de pronto un pajarito me confiesa que sabe de uno al que yo le gusto, y la cosa es que el muchacho en cuestión tiene su aquel, pero su otro aquel le hace del todo imposible. Y cuando ya me creía yo que era improbable más triunfo, mi móvil me suena y entre otras muchas lindezas al nuevo susodicho se le escapa toda una declaración de intenciones:
-Bésame, sabes que tus besos me dan la vida…
Miro el reloj, toca retirada. Por hoy ya me he hecho lo suficientemente imposible como para ser realmente difícil e inaccesible. ¿Sería todo igual si no fuera tan imposible alcanzarme? Entonces mi autoestima va y me recuerda que por hoy ya está bien.