La verdad es que cada vez que abro el buzón y me encuentro cara a cara con una invitación de boda me estalla la caja de sensaciones cruzadas que guardo en mi corazón. Pensando en el cuerpo de fiestuqui, risas y taconazos por la alfombra roja me da el subidón, pero cuando consigo se me cure tanta tontuna, me da el bajón y me agobia la ruina de ese fin de mes y el mal rollito de la mesa friki que me va a tocar, porque seguro que me sientan con el primo solterón, la tía viuda del novio y con los que no quiere nadie por si se lía la cosa y esta se tira de los pelos con la otra. Pero lo cierto es que al final gana el plan bodorrio y toca gastar glamour y dinero. Y sí, voy por si las moscas, por ese nunca se sabe, por si se diera la ocasión que estaba esperando… Y porque yo me niego a perderme todos los por si acasos, aunque me da en la nariz que nada va a ser diferente de las otras.
Mira que he ido a bodas, sobre todo porque como ahora ya no es para la eternidad, pues eso, aunque seguimos teniendo solo una vida, en cambio, muchos tenemos más de un amor eterno, más de un sí quiero, más de una boda por cabeza y más de unos bienes gananciales por los que acabar tirándonos las cosas a la cabeza.
Y es que ninguno escarmentamos, pero ni en cabeza ajena ni en propia y ale, vamos y nos lanzamos a la piscina del matrimonio, aunque eso sí, llenos de ilusión y sin ningún flotador. Y después qué, pues que el que más o el que menos, se tira al charco y terminamos con la cabeza llena de chichones, cornamentas y cicatrices en el alma mal curadas. Y aun así, oye, que no aprendemos y es que es sentir mariposas casaderas en el estómago y nos creemos que esta vez es la buena, la definitiva, la acertada, la de para toda la vida. ¡Cuándo nos daremos cuenta que incluso la mariposa más bonita termina haciendo el capullo y convirtiéndose en gusano…!
Pero ya metidos en harina, lo cierto es acabamos ilusionándonos con el lío este del bodorrio. Porque lo difícil, lo increíble, lo arduo ya lo hemos superado, que aquí lo que de verdad es prácticamente misión imposible es eso de encontrar novio. Bueno, dicho así parece que estoy exagerando, pero no, solo los que hemos pasado por este trance sabemos muy bien a lo que me refiero:
-¡No me puedo creer que no haya hombres casaderos!- me dice la inútil de mi prima, esa que se cree que todo lo sabe, bueno, todo menos los cuernos que le pone su maridito, que eso lo sabemos todos menos ella.
-Hombres hay, pero casaderos… es mucho decir. Y aptos que yo les diga un sí quiero, ¡eso ya son palabras mayores!
Está ese que me cae genial, que me invita al cine y hasta me deja elegir película, que me escucha y parece que me entiende e incluso me da la razón. Pero solo de pensar en darle un morreo… se me eriza la piel y me da sarpullido, vamos que no me pone nada. Descartado.
También el típico buenorro que me gusta, me hace reír, con el que cierro los ojos y me ilusiono. Todo genial hasta que el amor pasa a palabras mayores, y yo me lanzo y doy el paso y me invita un finde a sus posesiones. Y zas, entro en el reino del aquí no cabe nadie más, cada centímetro cuadrado lleva su nombre grabado y, o me voy de ahí sin mirar atrás, o pido un rescate para que venga alguien a salvarme urgentemente y me saque de Egoistilandia. Vamos, como para dejarme yo ahí mi secador olvidado…
Y por fin, aparece él. Y por fin, lo tengo claro. Y por fin, me dejo caer en los brazos inconmensurables del amor. Relajo el alma, parpadeo los ojos, abro el corazón, ablando el genio, caliento motores y echamos a volar juntos, porque me haces sentir y contigo todo es maravilloso… Eres perfecto. Además, no tiene ex que arrastre malos rollos, no tiene fines de semana de niños compartidos, no tiene una palabra más alta que otra, no tiene defectos… Tan solo tiene un hay, y cuando mejor estaba todo, va y entra en escena arrasando igual que un tsunami. Es verdad que una ex puede incordiar, unos niños cada quince días pueden fastidiar, un jefe porculero puede llegar a molestar… Pero, ¿qué no puede llegar a hacer una madre absorbente, una madre de Edipo, una madre de Psicosis, una madre empoderada, una madre omnipresente…? Pues eso y hasta el infinito y más allá. Así que desde ese día lo primero que pregunto es: ¿Eres huérfano?