Ya no me sorprende nada. Desde su llegada a Murcia, este jugador ha sido el triste protagonista de la actualidad grana en multitud de ocasiones con sus actuaciones. Y cuando no ha sido él, ha mandado a Iván Alonso a defenderle. Pero bueno, eso es agua pasada y no quiero hacer leña del árbol caído.
Excepto el partido del Zaragoza en casa, no hemos visto a Pablo García. Ni siquiera “de más a menos”, como dicen algunos. Cero. Al urugayo, a las mínimas de cambio, se le agotó la gasolina y en el campo sólo se ha visto a un futbolista en muy bajo estado de forma. Y ese cansancio se acebntúa cada jornada que pasa. Pablo García llega siempre tarde, y con una patada de regalo. Además, entorpece a los jugadores que juegan junto a él, como Movilla o Kabous. Igual que te sale malo un móvil, a nosotros nos ha salido malo, muy malo, este jugador.
La última, en el entrenamiento de hoy. Según cuentan las malas lenguas, Clemente lo ha puesto con los teóricos suplentes y a los 20 minutos de partidillo, lo ha cambiado. Pablo García, arrojando al suelo el peto, se ha ido indignado a la caseta. Luego, tras la ducha, el Jefe de Prensa ha informado que Pablo García se ha retirado con problemas musculares. ¿A quién creer?
El comportamiento de este jugador es inadmisible. Cedido y sin compromiso. ¿Quién se cree que es? Espero que Jesús Samper, no esconda la cabeza de nuevo, y tome cartas en el asunto. Lo que no podemos consentir es que venga un jugador de fuera, sin demostrar apenas compromiso con el Club, y sólo produzca malestar y malrollo en el vestuario, desestablizando el buenhacer del grupo.
Y no es el único jugador cedido con el que el Real Murcia tiene problemas. Miren a Regueiro. Pero bueno, el risitas merece un artículo aparte.