Comenzó la mañana con la pacífica sentada promovida por los foristas de murciamania.com. Yo acudí a la sentada. Y conmigo, cerca de 200 aficionados se dieron cita a la iniciativa. Gritos de «fuera Samper», «Murcia Sí, Clemente no» y «Murcia Murcia» amenizaron la protesta aunque sólo setenta y cinco se sentaron a las 12.00 horas para mostrar sus quejas hacia el pasotismo de un presidente que ni ayer estuvo en el palco de Nueva Condomina.
El balón echó a rodar. El partido era crucial, más en la grada que en el campo. El a’bonado quería dar una oportunidad a este Real Murcia. Tímidos aplausos y algunos que otros cánticos de «Murcia Murcia» servían para calmar los ánimos entre los seguidores.
Apareció entonces Despotovic, y su gol; y la grada explotó. Aunque la mayor ovación de la mañana, y de mucho tiempo, fue para Richi. Yo me levanté. «Qué grande, Richi y que pena que no estés ahora con nosotros», pensé. El madrileño, ahora jugador del Tenerife, tuvo que retirarse lesionado. Fue una ovación cerrada a un excelente jugador y mejor persona.
La afición pudo darle así, su merecido homenaje. El partido llegó al descanso y sólo se escuchaban aplausos, demasiados generosos en mi opinión para lo poco que se había visto en el campo. Tras la reanudación, el Real Murcia se encontró con el penalti. La afición no se manifestó ante el feo gesto del uruguayo arrebatándole el balón a Capdevila que estaba dispuesto a lanzar la pena máxima. Por los pelos, gol. Y es que Iván Alonso suele lanzarlos siempre de la misma forma.
A partir de esta momento, los jugadores granas se durmieron, bajaron los brazos. Daba la impresión que querían dejarse empatar. Y así fue. El Tenerife se hizo amo y señor de la posesión del balón y embotelló a un Real Murcia inoperante en cada una de sus líneas. Al final, tanto va el cántaro a la fuente, que el equipo canario empató el encuentro y la grada, obviamente, explotó. Llegaron las pañoladas: primero hacia el banquillo y luego hacia el palco. Mi pañuelo contribuyó con la causa.
Lo mismo sucedió con los gritos. Se pasó del «Clemente vete ya» al «fuera Samper». La paciencia del principio se convirtió al final en impotencia. El árbitro pito el final y en esta ocasión, para la sorpresa de todos, los decibelios del himno eran más bajos que en otras ocasiones y se pudo oír perfectamente una cerrada pitada a un equipo y ver una mayoritaria pañolada hacia el presidente ausente. Al final, el espíritu de una sentada muy criticada en algunos sectores del entorno murcianista se contagió a la grada durante el partido. En mi opinión, es mucho más dañino para todos protestar y pitar al equipo durante los 90 minutos como así pasó ayer dentro del campo, que no protestar cinco minutos antes del encuentro fuera del estadio. Cada cual actué como crea oportuno. Lo único que todos tenemos claro es que el Real Murcia está en puestos de descenso dando una de las peores imágenes que yo recuerde en muchos años.