El Real Murcia está al borde del abismo. A cinco puntos del descenso, el conjunto grana hace el ridículo partido tras partido. Un entrenador sin personalidad “lidera” a unos jugadores sin compromiso. El objetivo era el ascenso; la realidad es la permanencia. Un nuevo engaño de los hermanos Samper. Otro estrepitoso fracaso deportivo. ¿Cuántos van ya?
Sin entrar a valorar la nefasta política social de los madrileños desde su llegada a Murcia, el Real Murcia deportivamente hablando ha sido un desastre. Y la gestión de la entidad, una calamidad: El club, con una deuda injustificadamente abismal, está inmerso en un concurso de acreedores. El panorama es desalentador.
La afición murcianista, maltratada históricamente por los Samper, recibe esta temporada un nuevo y duro revés. Por si fuera poco, los mandamases granas dicen que no hace falta fichar. ¿Se ríen del murcianismo? ¿La culpa vuelve a ser del entrenador? No. Las miradas deben ir al palco de una vez por todas. Que no señalen al banquillo. Que no señalen a los jugadores. El mismo cuento de siempre y ya van trece años. Son los Samper quiénes deben abandonar el Real Murcia. Son ellos los culpables.