A Javier Clemente no le echan ni los árbitros. El colegiado del domingo, Pino Zamorano, tuvo la oportunidad, pero no lo hizo. Con el apoyo de Jesús Samper, el técnico vasco no se siente cuestionado, se siente respaldado. Los dos triunfos ante los dos últimos equipos de la clasificación sólo sirven de consuelo para una afición conformista y resignada. Antes pedían buen juego, ahora piden resultados. Otro gallo habría cantado la pasada temporada si se hubiera medido al equipo en general y a Alcaraz en particular con la misma vara. Por aquel entonces, el Real Murcia tenía algo de lo que ahora carece: números. Unos números que siguen siendo estrepitosamente traumáticos. Tres victorias en los últimos 21 partidos disputados, más de un año sin ganar fuera de casa… Son cifras poco alentadoras incapaces de despertar un resquicio de optimismo a quién aún exige el ascenso como objetivo.
Tras nueve jornadas, el Real Murcia sigue en puestos de descenso. Que este equipo no ha respondido a las expectativas no es más que una realidad. El objetivo es la permanencia se ponga como se ponga quien afirme lo contrario.
El pasado domingo mostró una leve mejoría en casi todas sus líneas, pero no hay que olvidar quién tenía en frente: el Sevilla Atlético. Uno de los peores equipos que ha pasado por Nueva Condomina en mucho tiempo. Un conjunto tan flojo, tan inexperto, no puede crearle tanto peligro al Real Murcia. Y gracias a Elía, que lo paró todo. La defensa es una de las asignaturas pendientes del técnido de Barakaldo. Por el contrario, el centro del campo, con la presencia de Bruno, tuvo más la posesión del balón. Y arriba, el único que responde es Despotovic. El serbiohace olvidar a la afición, con sus goles, la ausencia del carismático Iván Alonso.
Sólo hay una única forma para mantener un resquicio de optimismo: marcarse la salvación como objetivo. Quizás yo también me haya resignado…