Dícese de aquella cualidad que consiste en actuar con reflexión y precaución para evitar posibles daños. Una cualidad que brilla por su ausencia en las gradas de Nueva Condomina. Lo que necesita ahora el Real Murcia es prudencia. Prudencia que no tuvo el entorno del conjunto grana que el año pasado ni con los jugadores ni con el entrenador. Al final, se bajó. No quiero que suceda lo mismo esta temporada. No quiero que el Real Murcia descienda a Segunda B.
No suelo estar de acuerdo con las declaraciones que suele hacer Javier Clemente pero la semana pasada habló de la afición del Real Murcia en las páginas del periódico La Verdad. Declaraciones desafortunadas, pues no es el mejor momento, pero acertadas por su contundencia y veracidad. Razón no le falta al técnico vasco y, a veces, la verdad duele. La masa social murcianista es extremadamente exigente. Que el equipo gana un partido, el ascenso se marca como objetivo. Que el equipo pierde, el descenso está en boca de todos. Es una afición moldeable.
Tras el triunfo ante el Girona, pensar que todo va a cambiar para mejor no es más que un error. Un error que puede costar muy caro. Un error que puede meter de nuevo mucha presión a un equipo que ya ha demostrado no saberla sobrellevar.
Ahora, no queda otra que ser prudentes para poder salvar la categoría.
Luego, ya se verá.