Tu rítmico aleteo te delata,
primero y único en el nido
que tu madre dejó en el olvido,
tu piar es una sonata.
Con tus largas alas, torpemente,
te posas en el espigón de poniente,
buscas tu fiel pareja, cincuenta años unidos,
y anidarás tu único descendiente.
La lluvia lloraba en mis cristales
cuando ví tu figura
reclamando ayuda con amargura.
Comiste del plástico que el mar te servía,
creyendo ser un calamar.
Se repite la fatalidad, la muerte por ingestión
de un bello ejemplar en vías de extinción.
En la oscura ventana las gotas seguían su lento deslizar,
como una sinfonía acompañaban tu lenta agonía,
mientras, tu compañera espera que tú pudieras volar
y alcanzar las costas del lejano oriente.
Al final, sola intentará regresar,
sabiendo que no logrará llegar.
Consecuencia y propuesta:
Contaminación en aumento por no respetar el momento
en el medio ambiente
y me viene a la mente la reflexión siguiente:,
«respeta la naturaleza heredada de nuestros abuelos
y prestada por nuestros nietos».
Murcia a Seis de junio de 2013