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José Hernández

El salto del grillo

Cuento de Navidad – (Desahucio)

Quizás no duerman mañana los niños en sus cunas. Apresuradamente, ella recoge sus pertenencias. Todas caben en una vieja maleta.

Ha recibido oficio, con fecha límite, de una “mala nueva”. Los hombres de negro pedirán sus llaves y todos a la calle.

–          ¿Dónde irán?,  ¿a casa de su madre?

–          Ya es muy mayor, enferma y ¡“sin la dependencia”!.

–          ¿Con su hermana?

–          Tiene muchos hijos y su marido en paro.

–          Quizás a la  Parroquia?

–          ¡No!, es Tierra Santa!

 

Esa primera noche pernoctan en el cajero automático del nuevo propietario.

 

Esta amaneciendo, recuerda que su primo Juan tiene una vaquería y mucho espacio.

–          No puedo instalaros en casa, pero podéis quedaros en el establo.

–          Bien, -dice ella-. Será cosa de tres días, los de pascua, las noches serán muy frías, pero estaremos bien y en compañía.

 

Cuatro meses ya habían transcurrido cuando su primo le dice:

–          Necesito ampliar el establo, quiero meter cincuenta cabezas de ganado. Tomad una hogaza de pan y dos botellas de leche y  podéis llevaros el viejo triciclo para facilitaros la marcha.

 

Anocheciendo estaba cuando la familia se puso en camino.

–          Aprovechemos  la noche y podremos ver la Estrella de Belén para que nos guíe hacia un mundo mejor donde exista una justicia solidaria y todos, todos, de verdad, seamos iguales ante los ojos de Dios.

–          ¿Pero veremos a papá? -dice el pequeño-

–          Sí hijo ya hace tiempo que arriba nos espera!

 

Cinco meses después apareció el vehículo, semienterrado, en una solitaria playa de Oriente, o quizás sería de Occidente…. bueno no lo sé.

 

Quizás los ‘Magos Reyes’, ‘Santa Claus’ o los bancos sepan donde están.

 

Un año después, Juan, recibió una postal de la Isla de Pascua, ubicada en la Polinesia,

Decía:

“Gracias a tus animales pudimos sobrevivir, las vacas con su leche, los hermosos huevos de tus gallinas, la guarda y entretenimiento que tu perro Tobi prestó a mis hijos, al calor que la mula y el buey dieron a toda mi familia en tan frías noches.

Y por último, a la energía que mis hijos transmitían, preguntando por los cuentos de navidad y cuando volvemos a casa, y cuando al colegio y cuando veremos a la abuela y cuando…cuando seremos mayores.

 

NARRADOR.-Son circunstancias penosas que vienen dándose en las familias,

pudo salvarse gracias a una madre-coraje y a su empeño, olvidando el mal pensamiento que por su cabeza rondó.

 

Quizás sea este relato lo más parecido al espíritu navideño……

 

 

Murcia, 24 de diciembre de 2013

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Rincón para las palabras pequeñas y bonitas

Sobre el autor

Gusto de narrar mi entorno más inmediato, con frases pequeñas y bonitas.


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