En esta semana de pasión y gloria, la razón se torna loca
son más los refugiados, el mundo está equivocado,
ebrios de consumo y placer, de abundancia y lujo,
indiferentes hacia los demás que sufren sin motivo ni razón.
No deseo que vuelvas a sufrir tu condena
por salvar al hombre ya purgaste tu pena.
Con la cruz al hombro, el Nazareno sube al Gólgota
le azotaban la espalda empujándole hacia el suelo
ante mil injurias su rostro ensangrentado pero sereno.
Qué dolor para una madre ver a su hijo en tormentos,
por la vía presurosa, María fue a su encuentro.
Buscó amparo, refugio y consuelo,
gritaste con la garganta rota y la mirada absorta,
sólo Juan le acompañó en su pena y su duelo.
Mejor trato recibieron los malhechores, compañeros en el dolor,
tu delito fue mayor por predicar a los humildes gentiles
y la fe que los milagros transmitían asustó al Sanedrín,
arrebatarles podrías el poder, por ello, tu castigo resultó salvaje.
Llegando a la altura, sabes que gente impura te crucificará como vil ladrón. Pudiste castigar al hombre convertido en fiera, dejarlo sin vida, sin ojos sin luz, pero tu solo dijiste:
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
Tu infinita clemencia de Padre y Maestro perdonó la afrenta
y en divino gesto, tranquilo y sereno…expiraste en la cruz.
Tal como las escrituras habían profetizado, todo quedó cumplido, liberándonos de nuestros pecados a ti y a mi. Y así, el sacrificio tuvo sentido.
No, no deseo que vuelvas a sufrir condena
por redimir al hombre ya pagaste su pena.
Y para que su perdón no olvidemos
por el pórtico del Arciprestado Carmelitano aparece el Cristo de la Sangre,
su imagen transmite el dolor del pecado y
su desnudez, lo abandonado que le dejamos en su transitar por el mundo.
Murcia, 21 de marzo 2016 – Domingo de Ramos