¿Se imaginan lo que se puede hacer con 17.000 millones de euros, inversión en tres años que realiza la Unión Europea? Pues lo que se está haciendo es provocar la muerte de personas. Las matamos de pena, de ilusión y esperanza en la vida por la mal entendida solidaridad. Les damos alimentos, cobijo, dinero para que no tengan nada que hacer en los campos de refugiados.
Porque la gente empieza a estar desesperada. Llegaron a Grecia pensando que podrían rehacer su vida. Ahí o en cualquier lugar de Europa. Gastaron todos sus ahorros, ahora no pueden ir a cualquier país de la UE y tampoco tienen dinero suficiente para volver a Siria, donde muchos de ellos preferirían morir con su familia en lugar de morir por desesperanza en un campo cerrado.
Y un problema mayor, les está conduciendo al suicidio mediante una droga conocida como ‘shisha’, la matapobres.
También puede convertirse en granero para reclutamiento yihadista, sobre todo en los jóvenes
Aquí lo que les sobra es tiempo. No tener nada que hacer es deprimente. Y no es que no quieran hacer nada, es que no les dejan hacer. Ningún refugiado vino a Europa a vivir de la caridad. Gente que anduvo muchos kilómetros con familias completas, expuestos a la muerte, preparados profesionalmente para desarrollar un trabajo. No vinieron para acabar en un campo controlado y vivir de la beneficencia.
Y todo ello, es un problema provocado por las políticas migratorias irracionales que nuestros gobernantes no terminan de ponerse de acuerdo en las llamadas cuotas, y estudiar el asunto en clave de futuro comunitario, es decir, para que el emigrante comience a ganarse la vida y sus hijos tener un futuro, mediante la integración en los países de acogida como un ciudadano más. Y no sólo cobijo y comida, ya llevan más de cinco años en esta situación.
Ikea ha finalizado un proyecto piloto de empleabilidad en Madrid-Vallecas y Murcia, gracias al cual una treintena de refugiados han recibido formación laboral, enfocado a facilitar el empleo y generar oportunidades laborales dentro del proceso de inserción ciudadana propiciado por ACNUR.
La mercantil sueca tiene previsto la puesta en marcha de esta iniciativa, para más de cien refugiados en el resto de tiendas a partir de septiembre.
Pero todo esto lo marca la frontera del miedo. Y la que preocupa es la psicológica, el miedo al desconocido, al diferente, al invasor. Aún cuando éste llegue sin caballo y coraza, pero eso si, con hijos a sus espaldas.
Ahora, elevamos vallas para asegurar el “estado de bienestar” para los nostálgicos del lugar. Frente al hostigamiento desesperado a los desdichados y desheredados de la tierra que no eligieron nacer aquí o allá.
20 de junio. Hoy celebramos que en un mundo loco, la violencia obliga a cientos de familias a huir cada día de sus casas.
Más de seis millones de sirios han abandonado trágicamente el país y más de diez mil niños han desaparecido nada mas llegar a Europa.
Murcia, 16 de junio de 2017