A medida que los años pasan, quizás más de los sesenta, nos sentimos como más felices y seguros, independientemente de nuestras circunstancias sociales y de salud.
Porque cuando envejecemos parece que todo empeora pero el equilibrio emocional va madurando y nos hace apreciar más lo bueno que lo malo.
Somos capaces de distanciar los acontecimientos y desprendernos de lo que no interesa o nos puede causar problemas .Henos adquirido más sabiduría fruto de los años de aprendizaje.
Y porque no, puede que sea el momento más creativo de nuestra vida.
Mayor capacidad de empatia hacia la otra persona y eso nos genera felicidad. No se juzga tanto al prójimo, los temas espinosos se ven con perspectiva y se relativizan.
Esto sigue proporcionando felicidad.
Porque has conseguido vivir una vida plena, desarrollado un trabajo, formado tu entorno familiar, aún cuando siempre queda algo por terminar.
Todo ello también contribuye a la felicidad.
Pero no solo la felicidad. Hay que tener en cuenta otros factores que mejoran el estado de vida.
Hacer otras tareas nos hará desear vivir muchos más años .
“No me quedan muchos por cumplir, pero sí muchas cosas por hacer”.
Eso sí hacerlo sin prisa, porque si no generarán estrés y el estrés acorta la vida.
Decía Azorín: “Deseo envejecer pronto para vivir mucho”.
Y la actividad física: andar a buen ritmo, nadar o quizás bailar y escuchar música,
Este último es muy saludable por que aúna el movimiento, el aspecto social y la actividad mental al retrotraernos a momentos felices de la época.
Según los neurólogos, suele ser lo último que recordamos de nuestra feliz vida.
Pero cuidado, la soledad llega con los sentimientos más profundos.
Las enfermedades, la pérdida progresiva de prestigio, poder social y adquisitivo, la inactividad, provocan que los mayores tiendan a refugiarse en su pasado, ya que en muchos casos es lo único que les queda, pues el presente y el futuro pierden su valor frente a la motivación y esperanza de los jóvenes.
Y no muy lejos, a veces, acecha la terrible enfermedad del olvido, un mal que arrebata la identidad y su pasado y donde día a día el paciente se va introduciendo en la noche oscura de los tiempos y donde difícilmente podrá salir.
Por todo ello, vivamos intensamente la actualidad, disfrutando de nuestro entorno donde los tuyos te quieren y respetan.
Por último, mi reflexión:
Lánguida y triste son las horas en que se abisma el alma de los que ya cumplieron edad ,
Perdiendo el ruido de la vida y llegando a los umbrales del silencio sin maldad.
Murcia, 30 de noviembre de 2o17.