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José Hernández

El salto del grillo

Nina Simone, la diva de la conciencia negra

Se llama Nina Simone, y su vida y música describen una historia de dolor, de intolerancia, de éxito, de pasión y de locura, y sobretodo de compromiso social.

Fue una mujer en combate continuo que luchó por la libertad de su letra y su música, por su identidad y por sus derechos como afroamericana.

Es una artista en permanente conflicto consigo misma como creadora de una nueva forma de interpretar, mezclando arte clásico con el soul del momento.

Se inició en el estudio de la música clásica gracias al empeño de su profesora, una anciana blanca y judía que conocía muy bien la discriminación racial, y que vio en ella el talento para llegar a ser la primera concertista negra de América.

Después de un periodo en la prestigiosa escuela de artistas clásicos de Nueva York, intentó realizar un segundo curso en Chicago pero no fue admitida. El motivo del rechazo fue el que siempre había temido, su cara negra.

Esta controversia se convirtió en un hecho trascendental en su vida. Comenzó a trabajar en clubes nocturnos con un repertorio bastante alejado de su formación clásica.

Pero su voz era personal y diferente. El éxito no tardo en llegar.

Andy su marido, antiguo jugador de fútbol, se convirtió en su manager. Fue una relación de maltrato físico, control y amenazas entre ambos.

Nina sufría depresiones y frecuentes ataques de ira.

Le recetaron pastillas para dormir, estimulantes para subir a los escenarios, y el cóctel no hacía sino agravar su frágil equilibrio.

Por su parte, su marido la obligaba a dar constantes conciertos.

Ella se había convertido en el único sostén de toda la familia y mantener un status económico y social le preocupaba a Andy que ya no daba un palo al agua.

Nina incapaz de romper su matrimonio por su depresivo estado, se convirtió en una cantante admirada y requerida en todos los eventos, pero era profundamente desgraciada.

Por fín Nina acabó abandonando a su marido y a su hija (que le acusaba de malostratos), a su país (por sus críticas contra el sistema y continua violación de los derechos civiles) e incluso a la música.

El exilio voluntario en 1974 le llevó a Liberia de la mano de Mirian Makeba, después a Suiza, Inglaterra y finalmente Francia, su país de adopción y donde admiraba al sublime Jacques Brel.

Señalando su itinerario artístico, versionó temas como ‘Ne me quitte pas’, ‘My way’ o ‘Do not le me be Misunderstood’.

Alguno de sus recitales, lejos ya de su país, se convieron en proclamas incendiarias contra el abuso de poder del gobierno establecido.

Diez años más tarde situó a ‘My baby just cares for me’ en el número 1 de la lista de éxitos.

A principios de los 90 se le diagnosticó trastorno bipolar dando así respuesta a su ansiedad, a su carácter cambiante y su incapacidad para gestionar su vida y su carrera. Una medicación adecuada y la ayuda de un nuevo manager propició que volviera a ocupar el lugar de los mejores artistas, consiguiendo retomar el gusto por su piano y subir a los escenarios a disfrutar y no como una obligación esclavizante como estuvo sometida toda su vida.

La cantante murió en el año 2003 a la edad de 70 años a causa del cáncer.

Hoy, cuando su herencia musical y su compromiso artístico es reivindicado por las jóvenes generaciones del jazz y el soul, la voz de Nina, esa mezcla siempre en tensión de gravedad y dulzura, se escucha mas actual que nunca.

Una voz por la que parece fluir como una corriente eléctrica, surgida desde el mismo fondo de su alma, en un susurro que grita, llora y gime, transmitiendo todas las sensaciones que el alma humana es capaz de experimentar.

Murcia, 25 de enero de 2018

Rincón para las palabras pequeñas y bonitas

Sobre el autor

Gusto de narrar mi entorno más inmediato, con frases pequeñas y bonitas.


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