Argumentan que el Congreso ya trabaja en una norma estatal aplicable a la nación porque todos los españoles somos iguales a la hora de morir para regular la eutanasia.
La actual Ley, aprobada en nueve Comunidades, tan solo regula derechos y garantías de personas en el tránsito a su muerte, al tiempo que autoriza la actuación del personal sanitario en un proceso regulado. Pero en ninguna se permite la eutanasia o el suicidio asistido.
Porque morir con dignidad no significa anticipar la muerte, quizás no queramos ver la degradación del propio cuerpo.
Tampoco la eutanasia debería interpretarse como un progreso de los derechos de la sociedad. Argumenta Vicenzo Paglia que “ayudar al paciente a morir, acompañándole en su angustia, aliviando su dolor y apoyándole es una cosa. Propiciar que muera eliminando el sentido de la obligación parental de cuidar al enfermo incurable, allanando el camino a la liquidación de una vida acabada es algo distinto”.
Y continúa hablando de los profesionales: “la tarea de la medicina es cuidar y curar siempre, aunque no siempre sea posible”.
Y sigue diciendo Monseñor Paglia: “no espero que estas razones sean para defender mis creencias religiosas. Defiendo los cuidados paliativos y el proceso a morir acompañado y dignamente en el lugar que éste designe.
Y eso es todo, porque el hombre nace ya llorando, luego, morir sufriendo no sería una excepción. Pero quizás me digas que hay enfermedades que no tienen solución, su proceso es irreversible. Pero, cuidado, los avances científicos te pueden quitar la razón. Porque en tiempos pasados una mala gripe podía acabar con tu vida, y hoy muchas infecciones tienen solución”.
Pero los defensores de la eutanasia aseguran que evitan el sufrimiento de la persona, que tanto quieren, y rechazan la prolongación artificial de la vida. Así como la pesadilla de las familias en una larga vigilia y cuyo fatal desenlace se conoce.
El tema es muy controvertido ya que hablamos de vivir o morir, de creencias religiosas o agnosticismo. Pero fuera como fuese la decisión suprema la tiene el paciente y en su defecto, la familia valiente.
Un pensador del siglo pasado dijo: “la libertad de las personas está por encima de su propio beneficio”. Puede que esta reflexión tenga aún vigencia.