Ahora que la filosofía vuelve a las aulas puede que podamos razonar y racionalizar nuestros actos y comportamientos: violencia de género, en las escuelas, en los medios, abuso de poder, etc.
Se trata de volver a lo cotidiano y familiar, al ámbito del que partimos. Se trata, en resumen, de observar la distancia que existe entre el ideal teórico con el que nos identificamos y quienes realmente somos, con nuestros sesgos cognitivos y limitadas creencias.
Así, la filosofía de la vida rutinaria se presenta como una propuesta de reflexión racional sobre cuestiones que nos ocurren a diario y que, sin embargo, no solemos detenernos a pensar. Se trata, en otras palabras, de meditar filosóficamente en torno a las razones que guían nuestro comportamiento, la forma en que sentimos y empatizamos con nuestro entorno más inmediato.
Porque, todo ser humano tiende al encuentro, a la relación vital y significativa con los demás.
Cuando la persona comprueba que no puede, que no tiene opción para establecer ese contacto humano que le permita ser quien es y que cualquier individuo necesita, entonces aparece la soledad.
Se trata de la construcción de una autonomía propia a partir de la cual regulemos nuestra conducta cotidiana.
Comprometiéndonos con el desarrollo personal y el claro compromiso con los demás. Por lo tanto, aunque el ritmo vertiginoso de la cotidianidad actual parece arrebatarnos el tiempo y la calma, se hace necesario detenernos a reflexionar de forma serena y rigurosa sobre nuestras convicciones y expectativas.
«¡No te avergüenzas de cómo obtienes las mayores riquezas, la deslumbrante fama y los más altos honores y prebendas. Y en cambio, no te preocupas ni te interesas por el pensamiento, la verdad y la mejora limpia de tu alma!» (Sócrates).
Nuestra sociedad es cambiante y ajetreada, pero a la vez parece feliz y satisfecha. La combinación de los términos violencia y juventud nos produce una sensación relativamente incomoda. Pensamos casi automáticamente en que los jóvenes son violentos, que lo son más que los adultos debido a su inmadurez, su estilo de vida, su inconformismo.
Estos pensamientos, por sí solos, nos intranquilizan, pero aún más si consideramos que los jóvenes de hoy serán los adultos del mañana.
Violencia y juventud son términos frecuentemente asociados en muchos campos: política, educación, justicia, y suelen interaccionar de manera inmediata. Pero mi opinión es que no podemos dejarnos llevar por esta inercia, por este deducir injusto.
Es algo abordado y estudiado sistemáticamente por la sociología, la criminología, la psicología y otras disciplinas del pensamiento y del comportamiento.
Concluyo: Puede que esta rescatada asignatura ayude a las nuevas generaciones a pensar, reflexionando de la importancia y consecuencia de sus comportamientos y que tiene un tiempo finito, porque todos nos hacemos mayores, si antes no perecemos.
Murcia, 25 de octubre de 2018