Pato acatarrado, «cua, cua, cua… Pesadas palomas, y aves invasoras. Todos forman parte de los sonidos del río». Ayer me visitó mi buen amigo Daniel, y le invito al matutino paseo que por el cauce y la mota realizo de forma Segura.
En la pasarela de Manterola queda admirando su diseño, con tirantes de aire en barco de vela, y prendado por la vista; el viejo puente de piedra del siglo XVIII, la festera Sardina semisumergida, y al fondo, la vetusta y monumental Catedral. A continuación , la flota del Tío de la Barca, amarrada al abrigo de Los Molinos, esperando los festivos días para la navegación de la chiquillería.
Andamos y nos cruzamos con jóvenes desilusionados, matrimonios desahuciados y prejubilados resignados por la falta de respeto en la atención bancaria. Unos saludan, otros escuchan con largos cables en los oídos para no precisar sonidos.
También vemos personas ilusionadas, quizás enamoradas, quizás por la próxima primavera, o quizás, aventurando ya, el final de la pandemia.
De regreso, pasamos por el Cuartel de artillería, seis pabellones, estilo arquitectónico andalusí, pero con referencias militares; torretas, depósitos de agua y amplio patio de armas donde la tropa formaba. Hoy su actual propietario, el Ayuntamiento, lo tiene destinado; al Conservatorio de música, museo, salas de exposiciones y biblioteca. Bueno, me olvidaba, un ‘parqueperros’ que también tienen derecho. Y dejando atrás el monótono ruido de la autovía, ram, ram… proseguimos nuestro recorrido.
El caudal discurre lentamente, los patos duermen y las gaviotas esperan el amanecer. Mientras esperamos la llegada de la primavera que arrebata el final del invierno y la ocre melancolía de un obligado encierro pandémico. Pronto tropezamos con el llamado Puente Nuevo, se terminó en 1903. Construido en hierro siguiendo la moda de aquella época y cuyo referente era la torre Eiffel.
Y abriéndose paso el día regresamos cruzando la pasarela de Vistabella construida por el afamado, y a la vez polémico, Santiago Calatrava, (pero no es un postre) siguiendo el diseño de tirantes de acero y suelo de cristal.
Daniel queda “obnubilado” por el variado sendero, con sus luminarias multicolores que jalonan el cauce. Y me emplaza a realizar, próximamente, una ruta de playa; subiendo al faro, bajando por las calas, Paseo de la Barra, saludando a la tripulación de los barcos del puerto y comer en “La Tana”.
Y yo, así me comprometo
El Carmen (Murcia) 20 de febrero de 2022