Nos pasamos el último tramo de nuestra vida despidiéndonos en vacaciones. De la tutora del chiquillo, de la peña de amigos celebrando los partidos de liga, del trabajo y en ocasiones de nuestra pareja . Un ejercicio honroso de desapego para quedarnos en paz con nuestro universo particular.
Cuando finalizan decimos a dios a los temporales vecinos, quizás no estén todos, porque algunos no vinieron por la “jodida” crisis, otros por que han fallecido.
Quien si está, aquel amigo de la infancia, hijo del farero del lugar, y cuyo padre está a punto de jubilarse por la automatización del mismo pero los destellos del faro siguen girando y parpadeando.
Y siguiendo con las despedidas, regresan a su país los inmigrantes que llegaron a comienzo de siglo por el efecto llamada del trabajo en el ladrillo, de sus vecinos y amigos que les acogieron.
Mientras 134 mil personas, este mismo mes, se despiden de sus trabajos, volviendo a incorporarse en la vergonzosa lista laboral. Se despiden nuestros hijos para retomar su trabajo en el extranjero, ya que el país sigue dando muestras de su desespero.
Y tu querido Daniel te fuiste sin despedirte, la desgracia no lo permitió.
Porque no hay nada que nos pertenezca, mas allá de la responsabilidad de ser depositarios durante un tiempo de las cosas mundanas. Pero no podemos reescribir nuestra historia, la vida ha transcurrido como es y no como nosotros habíamos planeado. Todos tendremos un final, una despedida, para el creyente un mundo de paz y gloria y para el agnóstico o ateo la oscuridad y….la nada.
Por último quiero recordar aquellos versos tuyos:
El sol naufragando en el mar
da por terminada su jornada y para nosotros,
supone la huida de todos los veranos
la vigilia indolente de no verte.
Volver a nuestros quehaceres familiares,
un largo y tedioso año sin poder tenerte,
al recuerdo de los felices días que enamoran,
al baño espumoso en nocturnidad
con nuestros desnudos cuerpos en soledad.
Y tú, tu buscando en el amor imposible
que anestesie tus celos e ilusione futuro incierto,
premiando así tus desvelos.
Quizás el próximo verano encuentres un nuevo amor
sin ambages ni equipajes que limite vuestra ilusión, y la
despedida no sea tal, más bien, un comienzo
que devuelva la esperanza de volver amar.
Murcia, 04 septiembre 2015