¿Es nuestro planeta racional y perfecto en todas sus partes?
Y esto me lleva a otra reflexión. ¿Es posible imaginar y concebir un universo mejor que éste en el que estamos obligados a vivir?.
Con sus altísimas montañas, sus profundos y oscuros abismos, sus inmensos desiertos; estériles e inhabitables, sus insoportables diferencias de temperatura. De los esquimales del Ártico con tan solo dos meses de luz y diez de crudo invierno, a los habitantes del ecuador en un horrendo horno todo el año.
Obligados todos a ocupar tan solo una tercera parte de la superficie terráquea, el resto agua y más agua, además salada. Cuando en otros lugares mueren de sed.
Este problema ya quedo vislumbrado en la Edad Media por Alfonso Rey de Castilla, cuando un buen día, exclamó:
– Si Dios me hubiese pedido consejo en el mundo de la creación, el mundo habría sido bastante más habitable y placentero para los hombres.
Aquel sabio rey no estaba equivocado. No podemos cortar y allanar las altas cordilleras, tampoco desecar el océano. Pero sí frenar la contaminación y cuidar el medio ambiente, el deshielo de los polos provocará un cambio en la naturaleza que afectará a todo ser viviente. Traspasar a nuestros nietos un planeta que sea habitable, tal como nosotros lo recibimos, deberá ser nuestra misión, y eso, sí está en nuestras manos.
¿Es posible crear un cuerpo más simple, más transparente, menos doloso y sin estar sujeto a tantos desgastes y averías?.
El cuerpo humano es de una tremenda complejidad, una red de venas, arterias, vasos, células en continua actividad, cada día mueren y otras se renuevan pero en contradicción, unas generan vida otras tumores malignos.
Que las corrientes nerviosas lleguen a los músculos para que el cerebro pueda percibir, imaginar, recordar y conocer. Constituyendo un depósito o caja de memoria que con el tiempo se erosiona y desgasta (alzheimer).
Y por qué en esas largas noches, el hombre, está sujeto a consumir un tercio de su existencia en la inconsciencia inoperante del sueño. Sus energías naturales deberían renovarse continuamente sin necesidad de recurrir a la humillante semimuerte cotidiana.
Y porqué esas enfermedades mentales que tanto dañan al paciente como a su gente.
Y la ceguera, por qué privar al hombre de contemplar la primavera y condicionar su vida a la pérdida de oportunidades, así como las personas discapacitadas, limitadas a vivir una vida dependiendo, siempre, de los demás.
Y qué decir cuando en el cuerpo se instala una mujer dentro de un hombre y viceversa, y no es que sea una enfermedad, es mas bien, un capricho de la genética. Causando un problema familiar y cierto rechazo en la sociedad
Y no quiero mencionar otras muchas enfermedades que el hombre desarrolla a lo largo de su vida, unas adquiridas y otras congénitas, algunas las padece desde su propio nacimiento.
La complejidad de nuestra máquina corpórea es tan débil y peligrosa que algunos gnósticos pensaron que el hombre era obra de un satánico y no del verdadero Dios.
Aquí no podemos hacer nada, tan sólo racionalizar nuestros excesos, buscar la convivencia entre los pueblos y evitar agredirnos.
Resumiendo, un universo incómodo y absurdo en su composición creativa, tanto en el ser humano como en la naturaleza terráquea.
Relato inspirado en algún pasaje del Libro Negro de Papini
Murcia, 21 noviembre de 2016.