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José Hernández

El salto del grillo

Espíritu navideño

Quizás mañana los niños no duerman en sus camas. Ha recibido, con fecha límite, una mala nueva. Los hombres de negro pedirán sus llaves y todos a la calle. Con premura ella coge sus pertenencias. Todas caben en una maleta.

– ¿Dónde irán, a casa de su madre?

– Ya es muy mayor y está enferma sin apoyo de la dependencia.

– ¿Con su hermana?

– Tiene cuatro hijos y su marido en paro.

– ¿Quizás a la Parroquia?

– No, es tierra santa y mis hijos no están bautizados.

Esta primera noche pernoctarán en el cajero automático del nuevo propietario de la vivienda. Amaneciendo, recuerda que su primo Juan tiene una granja y mucho espacio.

– No puedo instalaros en casa, pero podéis quedaros en el establo.

– Bien, dice ella, será cosa de tres días. Los de Pascua, las noches serán muy frías pero estaremos calientes y en compañía.

Cuatro meses habían transcurrido cuando el primo le dice:

– Necesito ampliar el establo, quiero meter cincuenta cabezas de ganado. Tomad una hogaza de pan, unas tortas y dos botellas de leche. Podéis llevaros el viejo triciclo para facilitaros la marcha.

Anocheciendo estaba cuando la familia se puso en camino.

 Aprovechemos la noche y podremos ver la estrella de Belén para que nos guie hacia un mundo mejor donde exista una justicia solidaria y todos, todos seamos iguales ante los ojos de Dios.

– ¿Pero veremos a papá? – dice el pequeño.

– Sí hijo, hace tiempo que arriba nos espera.

Se avecina tragedia familiar.

Un año después apareció el vehículo, semienterrado, en una solitaria playa de oriente, o quizás de occidente…bueno no lo sé

Y Juan recibió una postal de la isla de Pascua, ubicada en la Polinesia.

Decía:

Gracias a tus animales pudimos sobrevivir. De las vacas su leche, los hermosos huevos de tus gallinas, la guarda y entretenimiento de tu perro Tobi, al calor de la mula y el buey que dieron a mi familia en tan frías noches.

Mis hijos preguntan por los cuentos de navidad, que cuándo volvemos a casa, y cuando al colegio y cuando veremos a la abuela y cuándo y cuándo, seremos mayores.

Gracias a una madre-coraje que empeñada en salvar a su familia del pensamiento suicida que por su mente rondaba. Y a un niño que acaba de nacer pobre y perseguido por las autoridades, devolvieron la ilusión y esperanza.

Quizás este relato sea lo mas parecido al espíritu navideño.

Murcia, 23 de diciembre de 2016

 

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Sobre el autor

Gusto de narrar mi entorno más inmediato, con frases pequeñas y bonitas.


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