El deportista está sometido constantemente a evaluación, la de su entrenador, la de la afición, la de la prensa y la de la propia competición.
El deporte de élite está repleto de historias de fracaso, derrotas humillantes, clamorosos fallos, sobre todo en portería, y doloroso ostracismo. Un día estás en la cima y al siguiente no vales nada. No te preparan para pasar de la gloria al olvido,
Nada que ver con cualquier otra profesión donde el rendimiento se valora a más largo plazo.
Racismo, lesiones y fracaso deportivo son principales motivos de abandono, incluso suicidios, en muchos deportistas.
Justin Fashanu, jugador inglés de origen nigeriano, recordado por ser el primer homosexual declarado en el fútbol. Fue traspasado con 20 años al Nottingham por un millón de libras, récord de la época. Ese fue el principio del fin de una carrera marcada por su condición sexual. Los gritos en las gradas de “maricón maricón”, la intolerancia de su entrenador y un entorno hostil dentro del propio vestuario, le marcaron para siempre. Se ahorcó en 1998, con sólo 37 años. Escribió: “Espero que Jesús me dé la bienvenida, al final, en él encontraré la paz que aquí nunca tuve”.
De Agostino, capitán del Milán, escribió una nota antes de suicidarse: “Me siento encerrado dentro de un agujero sin apoyos ni salida”. Ocurrió, en la mañana del 30 de mayo de 1994, años después de la final de Copa de Europa que perdió en los penaltis contra el Liverpool. Dicen que no pudo superar ese momento, ya que su liderazgo se puso en cuestión.
Robert Enke, encabeza el trágico grupo de porteros que se suicidaron. En la temporada 2002-2003 llegó al F.C. Barcelona, guardameta alemán y titular en su selección. Todo apuntaba que sería uno de los fichajes estrella. Pero no fue así. Su tragedia comenzó cuando el Barcelona perdió un partido de Copa frente al Novelda. Su compañero, Frank de Boer, le reprendió en público, la prensa le atacó sin piedad y Enke acabó la temporada en el banquillo. Desde entonces, y tal como el portero confesó en su diario, comenzó una tremenda depresión. Y aún cuando llegó a recuperarse, fichó por el Fenerbahce, su miedo patológico al fracaso no le abandonó.
En el primer partido dejó el club turco, los aficionados le lanzaron diversos objetos y lo abuchearon. Eso fue determinante para él. El suicidio de Enke se produjo en el punto culminante de su carrera, siete meses antes del Mundial de 2010. En noviembre de 2009, con 32 años, se arrojó a las vías del tren. El miedo al fracaso pudo con él.
Andrés Escobar, jugador de la selección de Colombia, de 27 años, de los más queridos en su país. Intercambiaba capitanía con Valderrama. Tuvo la mala fortuna de marcar el gol que les eliminó en propia meta, partido clasificatorio para el mundial de Estados Unidos contra los anfitriones.
Apenas diez días después de ese autogol, Humberto Muñoz, sicario del narcotráfico le descerrajó seis tiros. Antes de su muerte tenía sobre la mesa una oferta del Milán.
Loris Karius, portero del Liverpool en la final de la Champion 2018 cometió dos grandes fallos que quizás costaron la copa a su club. En una noche en la que los focos de más de medio mundo estaban puestos en ese partido. ¿Padecerá el arquero alemán de 24 años, secuelas y miedos que deban ayudarle a superar?
¿Hasta qué punto el ingrato puesto en portería les somete y condena? La verdad es que los arqueros son sometidos a unos niveles altísimos de presión y sentimiento de culpa. No es lo mismo que un delantero falle cuatro goles y convierta uno, a que el portero acierte durante todo el partido pero que su equipo pierda por un error suyo.
“Los guardametas seguimos viviendo en esa soledad bajo los palos. Vulnerables, tanto a la última patada al balón, como a las feroces críticas de la presa y afición” (Iker Casillas).
Y en esa soledad donde la mayoría transita de su actividad profesional a la retirada más triste, y no sólo treinteañeros sino también jóvenes promesas, algunos no sólo cuelgan las botas si no su vida.
Murcia, 31 de mayo de 2018.