Desde que se anunció este urgente propósito, desenterrar el cuerpo de Franco de su reposo en Cuelgamuros , se han duplicado las visitas al Valle, aumentando el pasado mes en 12.700 personas, un 50% más que el pasado año. Al menos 200 autobuses, nostálgicos de uno u otro bando, o simplemente curiosos.
La cuestión es que se reactiva aquella atroz guerra en la que todos tenemos algún familiar muerto, en mi familia tengo victimas franquistas y republicanas.
Conflicto bélico renacido por la reciente Memoria Histórica. Cruzada revesionista que mas que un alivio quizás suponga un volver atrás, una forma de represalia, que no represaliado, porque todos partimos de cero desde la instauración de la democracia.
Bien es cierto que durante 40 años no se honró a combatientes caídos en las filas republicanas. Pero quizás esto ocurra en todas las guerras. Los héroes que pierden se silencian.
Porque nuestros hijos y nietos no sufran ese “resquemor” de odio hacia el otro. Eso si, conocer la historia para que no se repita. Tal como hacen los alemanes enseñando los Campos de exterminio que sus propios antepasados causaron.
Aquellas laderas que nacen en el valle de Cuelgamuros, su basílica y fosas funerarias deberán ser un homenaje a los que murieron por ambos bandos. Cerca de 34.000 enterrados sin separación de ideología. Llegando a formar lo que se ha llamado, “un cadáver colectivo indisoluble” . Este puede ser un buen cartel para denominar aquellas instalaciones (colectivo de víctimas indisolubles por una causa sin causa).
El alzamiento militar no fue contra la democracia, como aducen algunos escritores, sino contra el caos reinante, por continuos cambios de gobierno en una República muy inestable, y la instauración de la dictadura bolchevique; prueba de ello fue el apoyo de Rusia y la expoliación de nuestra riqueza cultural en obras de arte. No menciono lo del oro de Moscú por desconocer la realidad del tema.
Quiero y deseo olvidar la persecución de civiles; de izquierdas durante el último tercio de la contienda, miles y miles fusilados en las paretas de los cementerios. Pero quizás por el bando republicano se produjo la mayor matanza de religiosos jamas contada, previo incendio de las imágenes de arte sacro. La Iglesia, que debe su supervivencia a la suerte de la guerra accede en silencio a que borren las huellas de sus mártires.