Detrás de cada lugar abandonado hay una historia que explica su condición. Que exige indagar a fondo para alcanzar la verdad y formar parte del acervo histórico .
Confundiendo fantasía con realidad y alimentando así el romanticismo que los espacios abandonados despiertan en quienes los recorren y estudian. De otro lado, propicia la invasión de vegetación, volviendo así a su estado primitivo y desarrollar su nuevo ecosistema.
Imaginarles en sus tiempos de esplendor incitan a la nostalgia y nos alertan sobre nuestra inevitable decadencia.
El vacío y la soledad causan miedo, anunciando lo irremediable. Tal vez ese sea el motivo por el cual tantas personas se niegan a visitarlos, quizás por que en ellos reconocen su propio final.
Hay pueblos y ciudades abandonados donde es posible advertir cuán despiadada es la naturaleza y su capacidad de destrucción. Pero no es así, son en verdad los seres humanos los destructores, queremos humanizar lo que no es humanizable, en arás de nuestra ambición y riqueza.
También edificios al que llamaría peligrosos, e incluso terroríficos. Sanatorios de enfermos contagiosos, orfanatos para niños de posguerra, balnearios cuyos pozos de aguas termales se secaron, fábricas de productos peligrosos. Todos construidos en alejadas zonas de la población que a mediados del pasado siglo cerraron, quedando abandonados a su suerte.
Convirtiéndolos en escenario ideal para la leyenda urbana relacionada con fenómenos paranormales repetidamente contados en estas calurosas noches de verano.
Sórdidas historias para el imaginario escritor: una silla de ruedas destartalada, una camilla corroída, decenas de camas en hilera, quirófanos con su instrumental oxidado, mugrientas bañeras, etc… es material proclive para el relato.
El sanatorio encantado de Sierra Espuña
A ello añadiremos el morbo que algunos programas de televisión ponen al asunto.
Pero no deberíamos ser tan pesimistas sobre el estado de los lugares abandonados que salpican nuestra geografía. Estos han formado parte del entorno, pudiendo incluso considerarlos como parte del progreso social.
Con cada paso que damos, algo siempre se sacrifica.
Por ejemplo: un hospital especializado en el tratamiento de la tuberculosis que se cae a pedazos en algún lugar aislado puede ser visto con optimismo e interpretar sus ruinas como el triunfo de la medicina por el descubrimiento de la estreptomicina de una enfermedad que producía centenares de miles de muertos.
Reportaje sobre el estudio de la Sociedad de Investigaciones Parasicológicas en el antiguo sanatorio de tuberculosos de Sierra Espuña
Todo es cuestión de actitud, incluso la muerte puede ser vista como natural relevo generacional necesario. Ello no es malo en sí mismo.
Pero en este paisaje de abandono y desolación abro una ventana por donde la brisa del mar se cuela, su intenso azul alegra mi vista, y quedo mirando al niño jugar, con su cubo y pala, intentando meter toda el agua en su poza.
Y en lejanía, un velero disminuye su figura en busca de otros mares, o quizás de barcos abandonados en olvidados puertos.
Y yo, yo vuelvo a casa para no sentirme abandonado y llevar con paciencia mi inevitable decadencia.
Murcia, 3 de agosto de 2019