Un vistoso y valiente rio cambia su imagen. La regeneración vegetal en el cauce. Plantando especies autóctonas como chopos, álamos y juncos. Arrancando las duras y resistentes cañas. Pero que en tiempos pasados esta planta propició un negocio familiar y artesano en la elaboración de cañizos y caña de escoba. En su extinción se ha puesto un manto de plástico para impedir que se reproduzcan y crezcan. Pero aún queda mucho tramo por reforestar.
Recuperando el aspecto que tenía hace 60 años, cuando nutrias y salmones mantenían su cotidiana presencia creando vida en el cauce. Y los hoy mayores nos bañábamos en sus riberas y meandros.
Hoy ya se piensa en formar playas fluviales y desarrollar un negocio de navegación de recreo. Hasta ahora, el rio era solo un canal inhóspito, en su mayor parte inaccesible sin ver el agua en algunos tramos. Asfixiado por las frecuentes baldomeras, que son como islas flotantes y con animales muertos en ocasiones. Tanto las cañas como estas flotantes islas a la deriva resulta un tremendo peligro en caso de riadas. Hoy, el visitante ya puede practicar senderismo o bici a través de la vía verde creada en más de 20 kilómetros por su mota.
Hoy los propietarios colindantes han asumido que supone una mejora, incluso para sus tierras, colaborando así en su nueva vestimenta. La Confederación, así como los ayuntamientos, apuestan por ejercer actuaciones en el cauce, no solo limpiando, sino su renaturalización creando un bosque de ribera, mejorando su conectividad en el viejo Segura, que sirva para deporte y esparcimiento de sus residentes. Así como la construcción de nuevos puentes ha propiciado el abrazo y comunicación entre los barrios.
Murcia, 20 de septiembre de 2019