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Juan José Ríos

La i de innovación

La “varita mágica” que va a revolucionar el mundo

Hace apenas dos semanas leí en La Verdad que  el Ayuntamiento de Murcia había concedido un importante premio, dotado con 12.000€,  a una empresa innovadora murciana, Lemon Maker, que se dedica a la venta de impresoras 3D de bajo coste así como de la “tinta” que utilizan, en este caso, filamentos plásticos.

Recordé entonces un informe del  BBVA sobre tendencias de futuro,   que se ocupaba someramente de este tema: “El avance de las impresoras en tres dimensiones nos permitirá imprimir de todo, incluso comidaHasta hace poco, solo se utilizaban en grandes industrias debido a su coste y complejidad pero han evolucionado en precisión, simplicidad y precio y están comenzando a extenderse entre todo el sector productivo. En la década de 2020, las tendremos en casa, convirtiendo cada hogar en un potencial centro de fabricación. Supondrán una revolución en la logística y distribución de la fabricación de productos,…”

Reconozco que en una primera lectura no me llamó especialmente la atención la impresión tridimensional o impresión sólida, ya que la asociaba a los clásicos procesos de CAD/CAM, pero la citada noticia sobre Lemon Maker suscitó mi interés por conocer más sobre este asunto sobre el que me apresuro a decir que me ha resultado fascinante y me ha impactado hasta el punto de no comprender  cómo no se le da la relevancia pública que tiene y cómo los gobiernos, con excepción de EEUU, no parecen darle la importancia que merece.

En mi opinión, la expresión  revolución en la logística, deslizado casi de puntillas en el informe “Visión 2020+” del BBVA se queda corto. Actuando como simple amplificador de voces muy autorizadas me atrevo a decir que estamos  en los albores de una revolución social de un alcance inimaginable. Así como suena. Y que cuanto antes lo asumamos y nos preparemos para este futuro que se vislumbra, más posibilidades tendremos de ser protagonistas del mismo.

Como he escrito alguna vez, los signos del futuro están siempre en el presente.  El vertiginoso avance y la convergencia de la tecnología 3D, de la nanotecnología y de la  biotecnología entre otras,  ya permite anticipar que casi cualquier objeto que podamos imaginar lo podremos construir  … en nuestra propia casa, incluso.

Simplificando mucho se trata de disponer de los siguientes elementos:

  • Programa de diseño  o  escáner 3D adecuado o repositorio de modelos descargables de Internet.
  • Impresora-fabricadora  3D correspondiente,
  • y de la “tinta” (material) idónea para “imprimirlo”, mejor dicho, fabricarlo.

Ya es posible “fabricar” tejidos vivos, humanos o animales, utilizando bioimpresoras y biotintas a base de células vivas, como podemos apreciar aquí:

Solamente las consecuencias para la salud y la alimentación humanas, y por tanto, de las industrias relacionadas,  nos permiten atisbar el alcance de esta nueva revolución digital cuyas primeras olas nos van avisando ya del tsunami social que se desencadenará, sin duda,  en esta misma generación.

Las aplicaciones prácticas son innumerables, como se puede apreciar en este interesante artículo ,  algunas de ellas indeseables, como la facilidad para fabricar armas o drogas caseras de diseño, pagadas con bitcoins (de este tema hablaremos otro día).

Cada vez que una tecnología disruptiva  aparece en el horizonte hay ocupaciones y actividades que dejan de tener sentido e irrumpen otras nuevas, dentro del esquema de “destrucción creativa” de mi admirado Schumpeter.  Lo curioso del caso, es que, en algunos aspectosesta especie de varita mágica, con forma de microondas que es una impresora 3D, hace posible una vuelta al pasado artesanal al facilitar la fabricación (digital) doméstica a medida a precios muy competitivos.  Lo importante será el diseño y no tanto el coste de mano de obra.

El tema da mucho de sí, obviamente. Prácticamente todos los ámbitos de la actividad humana se verán afectados, y se debatirá mucho acerca de sus consideraciones éticas, de seguridad, de propiedad intelectual, de sostenibilidad ambiental, de modelo productivo, de logística, de transporte, de organización del trabajo y de paradigma educativo.

Para finalizar este post, más largo de lo habitual, adjunto información complementaria de interés.

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Sobre el autor

Si tuviera que definirme en pocas palabras diría que me considero catalizador, promotor de cambios. Dentro de un espíritu inquieto y de sana rebeldía, me gusta definir las actuaciones dentro de un marco que las dote de coherencia. Me importa mucho el entendimiento personal. Mi mundo, hasta los 26 años, se ceñía exclusivamente al ámbito educativo. Estudié Matemáticas y la salida inmediata era la enseñanza. Nunca pensé que podría dedicarme a algo diferente. Me tocó vivir la eclosión de los ordenadores personales de la década de los 80. Empezaron a dotarse los centros educativos de PC ́s. Fui uno de los profesores de Informática de este primera ola. En esta época, junto a un amigo, adquirí mi primer ordenador personal (carísimo) para uso empresarial. Empecé a conocer el mundo de la empresa. En la década de los 90, me cautivó el Informe Bangemann, como marco inspirador de la Sociedad de la Información. De la mano de Juan Bernal, Consejero de Economía y Hacienda, fui Director General de Informática de la Comunidad de Murcia. Fue una etapa apasionante y creativa donde abordamos proyectos como la Red Corporativa de Banda Ancha, la adaptación al euro y el año 2000, la implantación de SAP o la realización de uno de los primeros proyectos de ciudad digital de nuestro país (Ciezanet). Compaginé, durante muchos años, la docencia con el desempeño de puestos de responsabilidad en empresas regionales del sector TIC. En 2009, como profesor, puse en marcha un proyecto innovador cuyo objetivo fundamental era comprometer a los padres en la mejora del rendimiento educativo de sus hijos (proyecto COMPAH). Empecé a familiarizarme con el mundo 2.0 y a emplear estos recursos en mis clases. Como admirador de Morris Kline, soy un amante de las aplicaciones de las Matemáticas al mundo real como elemento motivador de su estudio por parte de los alumnos. Mi primer contacto con las metodologías de la innovación (Design Thinking) se produjo en 2010, de la mano de un consultor, Xavi Camps, que me hizo ver que la creatividad y la innovación son la base de la prosperidad de las organizaciones y que estos atributos se pueden entrenar y perfeccionar. Desde entonces, soy un apasionado de la innovación como concepto transversal. Creo profundamente en la innovación pública. Las instituciones no pueden seguir funcionando casi como en el siglo XIX. Deben transformarse, en el contexto del paradigma de Gobierno Abierto, para convertirse en organizaciones centradas en los ciudadanos, transparentes, sostenibles, eficientes, ligeras y facilitadoras de la actividad empresarial y de la creación de empleo de la mano de iniciativas como el Open Data. Como ciudadano me preocupa especialmente la sostenibilidad de la sanidad pública, y de las pensiones, ahora que voy viendo cada vez más de cerca la edad de la jubilación. No sé contar chistes pero me divierte el humor surrealista y los juegos de palabras, que a menudo sufren familiares y amigos. He trabajado como asesor de innovación en la CARM (2012-2016). Actualmente he vuelto a mis clases en el IES Alfonso X El Sabio, soy Director Adjunto de la Cátedra Internacional de Innovación de la UCAM y participo en un proyecto empresarial.


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