Muchas innovaciones surgen del descubrimiento de aspectos nuevos derivados de observar circunstancias habituales con “otros ojos”, desde otra perspectiva o como consecuencia de analizarlas de forma menos rutinaria.
El término que se utiliza para describir esta sensación de hallazgo es el de vu jàdé (pronúnciese viyadé) como contraposición del concepto de déjà vu, impresión que experimentamos cuando percibimos como familiar o vagamente conocido un lugar, una persona o una situación que sabemos con certeza que es inédita para nosotros.
La palabreja “viyadé”, que ya conocía, me la he vuelto a encontrar en un magnífico documento, de autor anónimo, que resume con gran claridad las ideas fundamentales vertidas en una conferencia celebrada en Bilbao por Tom Kelley, presidente de IDEO, empresa líder en innovación empresarial, a propósito de su libro: las 10 caras del innovador.
Estos roles que desempeñan las personas relacionadas con el proceso innovador adoptan, según Kelley nombres tan sugerentes como los de: antropólogo, experimentador, polinizador, saltador de obstáculos, colaborador, director, arquitecto de experiencias, diseñador de escenas, cuidador y contador de historias.
La primera de estas “caras”, la más destacada, junto a la del experimentador, es la del antropólogo, que es quien aporta al proceso de la innovación el elemento clave de observación del comportamiento humano, la más relacionada con el vu jàdé.
La observación y el análisis profundo de las experiencias cotidianas de usuarios de nuestros productos o servicios, leánse: alumnos, pacientes, clientes o ciudadanos, y el estudio de las mejores prácticas de cada ámbito de actuación constituyen, sin duda, un poderoso instrumento de mejora continua y de innovación para profesionales, empresas y Administraciones Públicas.
En mi experiencia como bloguero, con frecuencia me ocurre que abordo la redacción de un post con una idea en la cabeza y tras sucesivas derivaciones colaterales acabo escribiendo sobre otra, o no dedicándole toda la extensión requerida al tema inicialmente pensado.
Y eso me está ocurriendo ahora, que van pasando los párrafos y ya no tengo espacio para ocuparme de la idea original, que era escribir sobre las teclas clave que hay que tocar para transformar las Administraciones Públicas en organizaciones centradas en los ciudadanos, como había prometido en mi entrada anterior.
El concepto de viyadé me surgió tras la revisión de una magnífica conferencia sobre innovación pública, a la que asistí hace unos años, y de la que no asimilé, en ese momento, todo el calado de los mensajes que se deslizaban en ella. Y en particular, los relativos a la importancia de abordar este proceso transformador con una “mirada fresca”, con los ojos de antropólogo que dice Kelley y con el sano inconformismo que recoge mi admirado y socorrido Amalio Rey en su post “Antropología de la innovación”:
“La antropología pone en crisis el decorado de las verdades establecidas ya que durante su estancia sobre el terreno el investigador está obligado a dejar atrás la protección que supone el conformismo respecto a un orden concreto”
En la próxima entrada prometo incluir el vídeo de la magistral conferencia citada … y hablaremos del gobierno.