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Juan José Ríos

La i de innovación

Sin ilusión no se puede innovar

La encuesta Gallup 2013, de ámbito mundial, sobre “Compromiso en el puesto de trabajo” arroja unos resultados sorprendentes: ¡sólo el 13% de los trabajadores está comprometido con su empresa¡ Un 63%  de ellos se limitan a cumplir aseadamente, como se suele decir, y un llamativo 24% no sólo están descontentos con su trabajo sino que además  transmiten su negatividad entre los clientes y entre los propios compañeros.

En cifras absolutas, cuantificadas con los datos recogidos en 142 países, unos 180 millones de empleados se implican emocionalmente con su empresa, aplicando pasión y entusiasmo en su trabajo diario. Aproximadamente 900 millones de trabajadores no se sienten motivados y no se esfuerzan más de lo estrictamente necesario. Y nada más y nada menos que 340 millones son improductivos cuando no propagadores activos de su insatisfacción.

 Esta falta tan generalizada de compromiso en el puesto de trabajo afecta negativamente a la imagen de la empresa y a su valoración por parte de los clientes. Genera absentismo y otras incidencias laborales, como robos y mala praxis. Repercute en la calidad de los productos y servicios, en la productividad de los empleados y obviamente en el volumen de negocio y la rentabilidad final de las organizaciones, que se resienten de forma importante.

En un post reciente (El cáncer de los emprendedores)  me hacía eco de la fórmula de de Küppers, de la valía profesional de un trabajador:  V=(C+H)xA, siendo C= Conocimientos, H= Habilidades y A=Actitud. Resulta difícil asumir que la actitud de 340 millones de empleados es nula, por las razones que sean, y por ende, su aportación a las organizaciones es cero cuando no claramente negativa.  Sólo en Estados Unidos se han estimado pérdidas anuales de unos 500.000 millones de dólares por esta causa. Un asunto que merece toda la atención, sin duda.

Sin embargo, muchas empresas parecen ignorar estos datos así como los resultados de otros estudios que estiman que sólo un 10% del aumento de la motivación e ilusión en el trabajo por parte de sus empleados puede reportarles un incremento de hasta el 40%  en los beneficios.

La calidad del empleo, como requisito básico para aprovechar el potencial innovador de los trabajadores es un factor quizá no suficientemente valorado todavía por muchos directivos. Dada la relación directa existente entre compromiso e innovación, sólo del 13% de empleados, de los motivados, según Gallup,  cabe esperar un impulso  innovador propio o  la necesaria receptividad ante las políticas innovadoras de la empresa.

El compromiso y la motivación no aparecen por generación espontánea en las organizaciones. Se requiere un esfuerzo bidireccional en el que las empresas deben dar el primer paso, creando el entorno adecuado, como nos dice Pilar Jericó en el vídeo adjunto, pero los trabajadores deben responder con la debida actitud y profesionalidad. Bidireccionalidad en la que también abunda la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (Arhoe), con sus 10 consejos para rendir más en el trabajo.

 

Algunos de los ítems que recabó Gallup para realizar su macroencuesta, entre trabajadores de compañías de los 5 continentes, señalan los puntos que pueden servir de orientación a los líderes empresariales para mejorar ese escuálido porcentaje del 13%  de trabajadores motivados:

  • Sé perfectamente lo que se espera de mí
  • La empresa pone a mi disposición todos los recursos que necesito
  • Desarrollo el trabajo que más se ajusta a mis fortalezas
  • Me siento importante: se me valora y reconoce mi aportación a la empresa
  • Se tienen en cuenta mis opiniones e ideas
  • Se promueve mi carrera profesional
  •  Observo compromiso también entre mis compañeros
  • El ambiente laboral es bueno
  • Tengo oportunidad de aprender y de crecer profesionalmente

Dando por supuesto que las condiciones salariales son justas y dignas, el dinero no parece ser un elemento crucial para estimular el compromiso laboral. Razón de más para aplicarse en la tarea.

A ver si “del trato surge el compromiso mutuo”, como cantaba Antonio Machín, uno de los artistas preferidos de mi madre, que seguro gusta también a otros nostálgicos, como yo mismo, y cuya canción “Un compromiso” me permito adjuntar.

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Sobre el autor

Si tuviera que definirme en pocas palabras diría que me considero catalizador, promotor de cambios. Dentro de un espíritu inquieto y de sana rebeldía, me gusta definir las actuaciones dentro de un marco que las dote de coherencia. Me importa mucho el entendimiento personal. Mi mundo, hasta los 26 años, se ceñía exclusivamente al ámbito educativo. Estudié Matemáticas y la salida inmediata era la enseñanza. Nunca pensé que podría dedicarme a algo diferente. Me tocó vivir la eclosión de los ordenadores personales de la década de los 80. Empezaron a dotarse los centros educativos de PC ́s. Fui uno de los profesores de Informática de este primera ola. En esta época, junto a un amigo, adquirí mi primer ordenador personal (carísimo) para uso empresarial. Empecé a conocer el mundo de la empresa. En la década de los 90, me cautivó el Informe Bangemann, como marco inspirador de la Sociedad de la Información. De la mano de Juan Bernal, Consejero de Economía y Hacienda, fui Director General de Informática de la Comunidad de Murcia. Fue una etapa apasionante y creativa donde abordamos proyectos como la Red Corporativa de Banda Ancha, la adaptación al euro y el año 2000, la implantación de SAP o la realización de uno de los primeros proyectos de ciudad digital de nuestro país (Ciezanet). Compaginé, durante muchos años, la docencia con el desempeño de puestos de responsabilidad en empresas regionales del sector TIC. En 2009, como profesor, puse en marcha un proyecto innovador cuyo objetivo fundamental era comprometer a los padres en la mejora del rendimiento educativo de sus hijos (proyecto COMPAH). Empecé a familiarizarme con el mundo 2.0 y a emplear estos recursos en mis clases. Como admirador de Morris Kline, soy un amante de las aplicaciones de las Matemáticas al mundo real como elemento motivador de su estudio por parte de los alumnos. Mi primer contacto con las metodologías de la innovación (Design Thinking) se produjo en 2010, de la mano de un consultor, Xavi Camps, que me hizo ver que la creatividad y la innovación son la base de la prosperidad de las organizaciones y que estos atributos se pueden entrenar y perfeccionar. Desde entonces, soy un apasionado de la innovación como concepto transversal. Creo profundamente en la innovación pública. Las instituciones no pueden seguir funcionando casi como en el siglo XIX. Deben transformarse, en el contexto del paradigma de Gobierno Abierto, para convertirse en organizaciones centradas en los ciudadanos, transparentes, sostenibles, eficientes, ligeras y facilitadoras de la actividad empresarial y de la creación de empleo de la mano de iniciativas como el Open Data. Como ciudadano me preocupa especialmente la sostenibilidad de la sanidad pública, y de las pensiones, ahora que voy viendo cada vez más de cerca la edad de la jubilación. No sé contar chistes pero me divierte el humor surrealista y los juegos de palabras, que a menudo sufren familiares y amigos. He trabajado como asesor de innovación en la CARM (2012-2016). Actualmente he vuelto a mis clases en el IES Alfonso X El Sabio, soy Director Adjunto de la Cátedra Internacional de Innovación de la UCAM y participo en un proyecto empresarial.


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