Si tecleamos en Google el término “decálogo” obtenemos unos 2 millones de resultados. Si le añadimos el vocablo “innovación” , como si el azar tuviera predilección por el sistema decimal que gobierna los números de nuestras vidas y haciendas, obtenemos aproximadamente el 10% de entradas, apenas 200.000.
Esto significa millones de palabras escritas, se supone que tras procesos de análisis, de prospectiva, de reflexión, de experiencias,…que intentan aportar recetas teóricas acerca cómo abrazar el paradigma de la innovación.
Por una asociación espontánea de ideas me ha venido hoy a la memoria una conocida canción de mi adolescencia que me permito incorporar para amenizar este artículo prevacacional: “Parole, parole” con Mina y Adriano Celentano.
Falta acción y sobran excusas y palabras. Obviamente yo no las he leído todas (ni nadie) pero sí una muestra significativa, las suficientes como para contrastar la similitud de los mensajes, la unanimidad en los diagnósticos, la coincidencia en las recomendaciones, la ausencia de contradicciones, la consistencia de los argumentos y también el atractivo del reto y la filosofía de la innovación.
Decía que no había leído todo lo publicado sobre innovación, pero sin ser un experto, sí que me he arriesgado a escribir sobre el tema, como resulta obvio a esta alturas. Para no ser menos, en cuanto a intencionalidad, también me he atrevido a elaborar mi particular decálogo, que la EFIAP ha tenido la gentileza de publicar con motivo de la reciente celebración de la Jornada de Liderazgo e Innovación ya comentada varias veces.
El documento, en apenas 30 páginas, recoge las ideas y propuestas más importantes vertidas en este blog, previamente sometidas a la revisión de varios amigos y personas expertas a los que quiero agradecer expresamente las interesantes recomendaciones y sugerencias realizadas.
Sin más preámbulo, paso a resumir los mandamientos del DECÁLOGO PARA UNA SOCIEDAD INNOVADORA:
1. Innovación centrada en las personas:
La innovación requiere una visión holística, de conjunto, centrada en las personas, que supere los planteamientos puramente tecnológicos y económicos y que implique a toda la sociedad en un proyecto global de transformación. Un proyecto de región que debe tener la consideración de altamente estratégico, como recoge el Plan IRIS 2020.
2. Liderazgo transformador:
Si el jefe no quiere no se innova, o es muy difícil hacerlo. El principal reto de la cultura de la innovación es el liderazgo, necesario e indelegable, para adoptar un estilo de dirección que conjugue la excelencia en la gestión cotidiana con la capacidad de innovar.
3. Educación:
La educación, la formación, la cultura del aprendizaje continuo, la divulgación, desempeñan un papel clave en este proceso transformador puesto que finalmente las personas creativas son las que innovan. Extender y perfeccionar esta habilidad, así como el bilingüismo y las competencias requeridas por el mundo del trabajo es un reto para los modelos educativos y formativos, en el que el papel de los profesores y formadores es absolutamente fundamental.
4. Globalización:
Pensar en global, pero actuar en local. La proximidad agiliza la transferencia de conocimiento. El entorno regional es el más adecuado para concentrar actuaciones locales pero siempre en estado de permanente vigilancia tecnológica, abiertos al conocimiento, a la colaboración y a los avances que provengan de fuera de nuestras fronteras físicas u organizacionales.
5. Instrumento Operativo:
De la innovación como concepto único, aunque poliédrico, surge la necesidad de disponer de un instrumento operativo de referencia, una Agencia Regional de la Innovación, que, con un enfoque muy práctico, facilite el impulso y la coordinación de actuaciones innovadoras, la colaboración entre los agentes regionales de la I+D+i, la fertilización cruzada de ideas y la divulgación de los conceptos relacionados con la cultura de la innovación.
6. Transferencia de conocimiento:
Para mejorar el crecimiento económico es fundamental perfeccionar los mecanismos de transferencia de conocimiento desde los centros donde se genera a los sectores productivos, con objeto de disponer de un sistema de innovación equilibrado. El rendimiento de conjunto del Sistema Regional de Innovación (SRI) es la clave del éxito de las políticas de I+D+i.
7. Innovación Pública:
Las Administraciones Públicas deben ser consecuentes con su papel promotor, de apoyo y financiación de la innovación en el sector privado, y predicar con el ejemplo, transformándose ellas mismas, como prestadoras de servicios, en organizaciones innovadoras y abiertas, empáticas y legibles, sostenibles y eficientes. Asimismo, deben colaborar entre sí, y con el sector privado, compartiendo recursos y conocimiento en aras de la eficiencia y con objeto de proveer servicios integrados, sin costuras, a los ciudadanos
8. Innovación social y ciudadana:
Ninguna institución tiene todas las respuestas por sí misma a los grandes problemas sociales, siendo más necesario que nunca aportar soluciones innovadoras que requieren la colaboración de todos los actores implicados en cada problemática, dentro de una visión de conjunto compartida. En una sociedad en red, de forma creciente, la inteligencia colectiva, que es el pilar de la innovación ciudadana, potenciada por las tecnologías digitales, está generando grandes avances sociales, económicos, culturales, científicos y políticos.
9. Innovación empresarial:
Instalar en las empresas la cultura de la innovación sistemática es un objetivo básico para su competitividad. Liberar el talento creativo de los empleados supone combinar las habilidades de ejecución y de gestión con las de exploración y descubrimiento, lo que exige un liderazgo motivador. Ser un gestor de calidad es condición necesaria pero no suficiente para prevenir la obsolescencia de las organizaciones.
10. Comunicar para innovar:
Los medios de comunicación desempeñan un papel crítico ante el reto de construir una sociedad innovadora así como en el fomento de la cultura emprendedora. No se concibe una convocatoria de movilización social sin la receptividad y la implicación de los medios, desde el convencimiento del interés general de este objetivo.
Asimismo, hay que resaltar la importancia de la comunicación interna, en el seno de las instituciones y de las empresas que promueve y favorece las relaciones personales, claves en una cultura innovadora, generando la confianza y el compromiso de las personas con unas metas y objetivos comunes, cohesionado a los equipos y erigiéndose, de facto, a modo de sistema nervioso, en una palanca estratégica para el éxito de una organización, más relevante cuanto más tamaño tenga ésta, contribuyendo, de paso, a la mejora de su reputación exterior.
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