Internet ha superado ya la cifra de 5.000 millones de usuarios, más de la mitad de la población mundial.
Este asombroso fenómeno de comunicación global, sin parangón en la Historia de la Humanidad, es posible gracias a una tecnología común, el protocolo TCP/IP.
La Internet que usamos a diario es la llamada Internet de la Información o de los Datos, y sobre ella, ahora irrumpe con fuerza una capa de aplicaciones basada en una tecnología, la DLT (Libro de Contabilidad Distribuida), asociada a Blockchain, que va a permitir la universalización de las transacciones económicas.
Todos vamos a poder ser emisores y receptores de activos digitales de forma segura, transparente, trazable, anónima y sin intermediarios.
El intercambio de valor: títulos de propiedad, certificados, registros, canciones, dinero en criptomonedas, … se cuantifica en una unidad económica, los llamados tokens.
Esta nueva Internet del Valor, basada en la criptografía de clave pública, tiene un poder disruptivo superior al de la Red actual, a la que no sustituye sino que pretende complementar y perfeccionar de forma sustancial.
Sus aplicaciones al mundo económico, industrial, de las instituciones públicas, o académico van a tener consecuencias transformadoras que ahora mismo cuesta imaginar, pero que ya se vislumbran, por dos razones fundamentales: la posibilidad de diseñar nuevos servicios innovadores y por las eficiencias internas que generan.
El potencial revolucionario de esta nueva Internet del Valor radica, en mi opinión, en que incide plenamente en un objetivo, muy claro, pero que a las organizaciones, especialmente a las públicas, les cuesta mucho aplicar con todas sus consecuencias: situar al usuario en el centro de las actuaciones.
Por sectores, la incipiente Internet del Valor eliminará, en un plazo más o menos corto, la figura del tercero de confianza, lo que afectará a los servicios financieros, notarías, registradores de la propiedad, o auditores, que o desaparecerán o tendrán que reinventarse.
En materia de Sanidad, el blockchain garantizará la actualización descentralizada , la trazabilidad y la accesibilidad de las historias clínicas de los pacientes a voluntad de éstos.
La longeva burocracia, inherente a las Administraciones Públicas, y su elevado coste directo para los ciudadanos, se verá enormemente mitigada, y la corrupción reducida a la mínima expresión. El voto electrónico será una realidad segura y fiable.
La financiación y los seguros son campos indisolublemente ligados al mundo de la automoción y relacionados entre sí, no en vano se acaba de crear la Asociación española de fintech y de insurtech, con objeto de propiciar el desarrollo de start-ups en estas materias.
El fenómeno fintech y cómo afecta al negocio bancario está de plena actualidad. Los gigantes de Internet, con su dominio de la tecnología, y su gran poder fidelizador y de conocimiento de sus usuarios, suponen una amenaza inminente para el negocio financiero tradicional.
El blockchain supone una revolución para el mundo de la industria 4.0, al garantizar la trazabilidad de las piezas y bienes de consumo y por su aplicación al Internet de las Cosas, propiciando la interacción directa de las máquinas.
Ahora que están bajo la lupa de la sospecha algunos Masters universitarios, viene especialmente a cuento la reciente noticia de la creación de la primera Universidad 100% blockchain del mundo, la Woolf University.
En esta Universidad no sólo es imposible falsificar títulos, sino que el personal administrativo queda reducido a la mínima expresión, por la eliminación de la burocracia que implica la automatización de los procedimientos con tecnología blockchain (Smart Contract).
Los cuantiosos ahorros que se pueden generar, en costes de personal y en infraestructuras, redundarán en una reducción de gastos de matrícula para los estudiantes y en una mejor retribución del profesorado, amén de otra ventaja clave: los alumnos tienen acceso a una enseñanza más personalizada y de más calidad.
Pronto entraremos en período electoral. Como ciudadano me gustaría que la clase política se documentara bien sobre los posibles efectos disruptivos de la nueva Internet del Valor en todos los ámbitos de la sociedad y se pergeñaran propuestas valientes del nivel que requieren los tiempos y que debemos exigir unos ciudadanos informados y comprometidos.
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