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Juan José Ríos

La i de innovación

Vivir con ataxia

A mis flamantes 70 años—a pesar de disfrutar de una salud aceptable, de momento— reconozco que en mi mente va ganando cada vez más terreno la hipocondría. Una hipervigilancia de mis sensaciones corporales que no puedo evitar pero que no está reñida con ir asumiendo el deterioro físico como algo natural e inevitable.

Y de fondo, siempre las eternas preguntas, muy fáciles de plantear y muy difíciles de responder que siempre han estado ahí y que afloran con más intensidad a medida que se van cumpliendo años: ¿existe Dios?, ¿qué sentido tiene la vida? ¿qué es la felicidad? ¿qué es el alma?

El libro “Vivir con ataxia: el alma cincelada” de mi amigo Conrado Navalón, ciezano nacido en Mogente, es un valiente y admirable testimonio de resiliencia que he leído de un tirón pero sin prisa, valga el oxímoron, paladeando su lenguaje íntimo, directo, emotivo pero poético y profundo a la vez. He ido parando para sentir muchas frases, un arte que el mismo autor se aplica para “observar su cuerpo como una nube pasando por el cielo de su conciencia”.

Las sensaciones que he ido experimentado a medida que avanzaba en la lectura han sido, por orden de aparición: nostalgia, tanto infantil—recuerdos familiares felices en nuestra Cieza común— como juvenil—de estudiante he pasado por Mogente cientos de veces de camino a Valencia—; paz interior; emoción y admiración por la valentía de Conrado, por sus valores humanos  y por la voluntad de compartir su experiencia para ayudar a otras personas con la misma enfermedad, aunque en mi opinión es un libro muy recomendable para todos, sanos o enfermos, y hasta para hipocondríacos como yo mismo.

La ataxia es una cruel enfermedad degenerativa con una componente hereditaria—una buena amiga también la padece, como la sufrió su padre—. Vivir con ella es un ejercicio de aceptación y de reconstrucción personal y familiar (su tribu), proactiva y realista, que Conrado reproduce de forma magistral y hasta cierto punto optimista, resaltando la importancia del humor: “una tarde de risas con mis amigos es la mejor medicina”. Cincelar el alma requiere una reflexión especial porque es un concepto que trasciende los límites de cualquier enfermedad y que conecta con las grandes inquietudes y preguntas que siempre se ha hecho el hombre.

Para Aristóteles el “cincelado del alma” consiste en que el ser humano se va esculpiendo a sí mismo a través de sus acciones, decisiones y hábitos para forjar un carácter virtuoso. Para los estoicos, el “cincelado” consistiría en la aceptación de lo que no se puede cambiar y el control de las propias percepciones y juicios.

¿No somos nosotros mismos una obra inacabada?— como la escultura non finita de Miguel Ángel que ilustra la portada del libro—es la profunda metáfora sobre la naturaleza humana que plantea Conrado en el prólogo, comparándola con el trabajo del artista que labra la piedra. Alegoría, que, por otra parte, ha sido objeto recurrente de análisis por parte de los grandes pensadores de la historia desde la vertientes filosófica y religiosa: la esencia de la incompletitud.

Esta metáfora sugiere que el ser humano, a diferencia de otros seres vivos, es un proyecto abierto al mundo, en constante desarrollo, que tiene la capacidad de aprender, cambiar y construirse a sí mismo a lo largo de su vida.

Para la filosofía cristiana, el hombre es incompleto porque anhela lo absoluto, lo eterno, lo divino. Para Ortega y Gasset es un ser en continuo camino— “Yo soy yo y mi circunstancia” —condicionado por su realidad pero también con la capacidad de influir en ella.

Vivir con su realidad pero influir positivamente en ella es lo que nos demuestra Conrado Navalón con su ejemplo. Como dice la literatura especializada, que él tan bien conoce, vivir con ataxia es un reto, pero no el fin de una existencia plena. Con la actitud adecuada, el apoyo del entorno y la ayuda profesional experta es posible mantener una buena calidad de vida.

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Sobre el autor

Si tuviera que definirme en pocas palabras diría que me considero catalizador, promotor de cambios. Dentro de un espíritu inquieto y de sana rebeldía, me gusta definir las actuaciones dentro de un marco que las dote de coherencia. Me importa mucho el entendimiento personal. Mi mundo, hasta los 26 años, se ceñía exclusivamente al ámbito educativo. Estudié Matemáticas y la salida inmediata era la enseñanza. Nunca pensé que podría dedicarme a algo diferente. Me tocó vivir la eclosión de los ordenadores personales de la década de los 80. Empezaron a dotarse los centros educativos de PC ́s. Fui uno de los profesores de Informática de este primera ola. En esta época, junto a un amigo, adquirí mi primer ordenador personal (carísimo) para uso empresarial. Empecé a conocer el mundo de la empresa. En la década de los 90, me cautivó el Informe Bangemann, como marco inspirador de la Sociedad de la Información. De la mano de Juan Bernal, Consejero de Economía y Hacienda, fui Director General de Informática de la Comunidad de Murcia. Fue una etapa apasionante y creativa donde abordamos proyectos como la Red Corporativa de Banda Ancha, la adaptación al euro y el año 2000, la implantación de SAP o la realización de uno de los primeros proyectos de ciudad digital de nuestro país (Ciezanet). Compaginé, durante muchos años, la docencia con el desempeño de puestos de responsabilidad en empresas regionales del sector TIC. En 2009, como profesor, puse en marcha un proyecto innovador cuyo objetivo fundamental era comprometer a los padres en la mejora del rendimiento educativo de sus hijos (proyecto COMPAH). Empecé a familiarizarme con el mundo 2.0 y a emplear estos recursos en mis clases. Como admirador de Morris Kline, soy un amante de las aplicaciones de las Matemáticas al mundo real como elemento motivador de su estudio por parte de los alumnos. Mi primer contacto con las metodologías de la innovación (Design Thinking) se produjo en 2010, de la mano de un consultor, Xavi Camps, que me hizo ver que la creatividad y la innovación son la base de la prosperidad de las organizaciones y que estos atributos se pueden entrenar y perfeccionar. Desde entonces, soy un apasionado de la innovación como concepto transversal. Creo profundamente en la innovación pública. Las instituciones no pueden seguir funcionando casi como en el siglo XIX. Deben transformarse, en el contexto del paradigma de Gobierno Abierto, para convertirse en organizaciones centradas en los ciudadanos, transparentes, sostenibles, eficientes, ligeras y facilitadoras de la actividad empresarial y de la creación de empleo de la mano de iniciativas como el Open Data. Como ciudadano me preocupa especialmente la sostenibilidad de la sanidad pública, y de las pensiones, ahora que voy viendo cada vez más de cerca la edad de la jubilación. No sé contar chistes pero me divierte el humor surrealista y los juegos de palabras, que a menudo sufren familiares y amigos. He trabajado como asesor de innovación en la CARM (2012-2016). Actualmente he vuelto a mis clases en el IES Alfonso X El Sabio, soy Director Adjunto de la Cátedra Internacional de Innovación de la UCAM y participo en un proyecto empresarial.


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