Activismo innovador
Como he escrito anteriormente, uno de los retos que me planteé al escribir este blog era el de contribuir a difundir la cultura de la innovación precisamente en los entornos menos proclives, por causas distintas, a abrazar este nuevo paradigma: pymes, micropymes y servicios públicos.
Y decidí convertirme en un activista de la innovación por dos razones fundamentales. La primera de ellas es porque las publicaciones de los expertos en estas materias se suelen basar en casos de éxito de grandes corporaciones privadas. La segunda razón es porque estoy convencido de que si ponemos el foco en los sectores más reacios a la innovación se puede facilitar en gran manera la generalización de la mentalidad de la innovación continua tanto en estos ámbitos como en el resto de sectores.
Innovación pública
En el caso de los servicios públicos se requiere, en mi opinión, un ejercicio serio de cuestionamiento de hechos y actuaciones que se aceptan como naturales e inmutables en este ámbito. Los continuos cambios que la sociedad está experimentando y los graves problemas de sostenibilidad económica que estamos sufriendo no se pueden afrontar sólo aplicando un poco de tecnología a los procesos administrativos o con recortes coyunturales en espera de que la crisis se supere.
En definitiva, creo que la sociedad de la innovación continua en la que estamos inmersos demanda reformas valientes, troncales, del sector público que no se queden sólo en las ramas y que se hagan escuchando al sector privado. Gobiernos como Dinamarca, con su proyecto transversal “Guerra a la burocracia” (Red tape away), Holanda e Inglaterra, que comparten una iniciativa ciudadana antiburocrática, las Kafka brigades, apelan a que los gobiernos escuchen las sugerencias de los usuarios de los servicios públicos para mejorarlos.
¿Y las micropymes qué?
Pasemos ahora al otro extremo. En el caso de las micropymes, como peluquerías, zapaterías, floristerías, pequeños comercios,… me preguntaba ¿cómo pueden innovar? Un dato: sólo el 20% de las micropymes españolas (empresas de menos de 10 empleados) tienen página web. Y si no la tienen no es debido a su coste, que es muy asequible, sino porque no creen que sea de utilidad para su negocio.
Mi “barbero”
Ayer, precisamente, fui a cortarme el pelo, y mi peluquero se me quejaba amargamente de que había sido objeto de una sanción administrativa motivada por un pequeño error involuntario y que esto le causaba un gran quebranto económico. Espero que tenga suerte en sus alegaciones porque es un buen profesional y un empresario modesto pero serio y responsable que está intentando capear la crisis de la mejor manera posible, como otros muchos.
Al llegar a casa, y comentar el caso, mi mujer me preguntó si me ocurría alguna forma de ayudarle. Yo le dije que no era un experto en temas legislativos y mucho menos en tratamientos capilares, pero me quedé con el “reto”: ¿sería yo capaz de aportarle a mi peluquero alguna idea que supusiera un cambio disruptivo en su negocio tradicional?
Una vez más, San Google hizo milagros. El barbero de Sevilla, ha pasado de ser una peluquería al uso a un espacio de ocio confortable, con zona wifi, tablets, espacios de recreo infantil,…en constante evolución (me encanta este término), con presencia en facebook incluida.
Como recoge ABC “‘Una peluquería sevillana abre de noche con música y copas. Ahora es posible arreglarse el pelo a las doce de la noche a la vez que disfrutas de una sesión de música y bebes una copa. Si eres de los que no te arreglas porque cuando sales de trabajar ya no hay nada abierto, ahora estás de suerte (…) la peluquería «El barbero de Sevilla», –en la capital andaluza– abre todos los jueves hasta las doce de la noche para que clientes con horarios difíciles de compaginar puedan también ponerse guapos. Y, al mismo, tomarse una cerveza, escuchar música… Los clientes parecen estar encantados con esta iniciativa puesto que consideran que cada vez es «un poquito más difícil conciliar la vida laboral con el resto de cosas”
Tener las antenas desplegadas para hacer un uso inteligente y adaptado de actuaciones de otros que se pueden aplicar a nuestro negocio. Romper con los esquemas rígidos espacio-temporales y de “tradición de negocio” (siempre se ha hecho así”) es otro de los consejos que se podría dar a las micropymes en general, y a mi peluquero en particular, a ver si se anima a convertirse en el primer “barbero de Murcia”, con permiso de las señoras que atiende.