UNA NUEVA TERAPIA GÉNICA HA LOGRADO RESULTADOS PROMETEDORES EN UNAS PRIMERAS PRUEBAS HUMANAS REALIZADAS EN 15 PACIENTES.
La investigación ha aparecido en el último número de la revista Lancet, con el título: “Long-term safety and tolerability of ProSavin, a lentiviral vector-based gene therapy for Parkinson’s disease: a dose escalation, open-label, phase 1/2 trial”, y el sumario se puede consultar en: http://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(13)61939-X/fulltext#article_upsell
La han realizado investigadores del Imperial Colllege, que la divulga en su servicio de noticias:
http://www3.imperial.ac.uk/newsandeventspggrp/imperialcollege/newssummary/news_9-1-2014-16-19-43
La traducción (automática, con modificaciones) de la nota del Imperial College es la siguiente:
El profesor Nicholas Mazarakis, jefe de terapia génica en la División de Ciencias del cerebro, del Imperial College London, ideó el enfoque en 1997 mientras trabajaba en la compañía biofarmacéutica Oxford BioMedica. Dieciséis años después, los resultados de las primeras pruebas en seres humanos han sido publicados en The Lancet. “Ha tomado mucho tiempo para llegar a este punto”, dice. “Hemos estado luchado hasta el final. La gente es reacia a aceptarlo ya que los resultados son muy llamativos”.
El tratamiento, llamado ProSavin, utiliza un virus modificado para introducir tres genes en el cuerpo estriado, una parte del cerebro que controla el movimiento. Los genes están destinados a impulsar la producción de dopamina, la sustancia química, neurotransmisora, que llega a ser deficiente en los pacientes con enfermedad de Parkinson.Los tratamientos actuales consiguen aumentar la producción de dopamina temporalmente, pero las células que producen dopamina terminan degenerándose hasta que los tratamientos no son eficaces. La nueva terapia tiene como objetivo proporcionar una solución a largo plazo estimulando la producción permanente de la dopamina en un conjunto diferente de las células.
Otras terapias genéticas que han sido probadas con anterioridad en la enfermedad de Parkinson han empleado enfoques diferentes. La estrategia del profesor Mazarakis es suministrar los tres genes que codifican la síntesis de las enzimas que producen dopamina. Se introducen en el cerebro mediante un lentivirus, estrechamente relacionado con el VIH, que incorpora su material genético dentro del genoma de las células que infecta, asegurando un efecto de larga duración.
Después de la primera prueba el tratamiento en ratas, Oxford Biomedica trabajó con el grupo del profesor Stéphane Palfi, en la Universidad de París, para llevar a cabo un estudio en los macacos. Mientras que el estudio estaba en curso en Francia, el profesor Mazarakis recibió desde Francia una inesperada llamada telefónica de su colaborador. “No puedo decirte lo que es en el teléfono, pero vente inmediatamente” le dijo el profesor Palfi. Cuando llegó a París el profesor Mazarakis vio escalando sus jaulas a los monos que apenas podían moverse antes del tratamiento.
Relata que “Los cirujanos no podían creer el efecto”, y que “Desde entonces yo sabía que si el efecto sobre el movimiento en los seres humanos era tan bueno como en primates, sería algo que podría ayudar a las personas en etapa tardía de la enfermedad de Parkinson, cuando se convierten en muy discapacitados”.
El equipo demostró que el tratamiento corregía el déficit de movimiento de los monos durante más de tres y medio años, sin ningún efecto adverso visible. En particular, sin producir movimientos involuntarios anormales como los causados por los tratamientos usados hoy en día. Esos resultados allanaron el camino para realizar las primeras pruebas en seres humanos. Antes de iniciar un ensayo de doble ciego controlado con placebo – el tipo más riguroso de ensayo – el equipo decidió probar diferentes dosis del tratamiento en un pequeño grupo de pacientes.
Los participantes de este ensayo han sido tres pacientes en el Reino Unido y 12 en Francia, en etapas avanzadas de la enfermedad, y se sometieron a una sola operación para inyectar el virus en el cerebro.El tratamiento ha sido seguro, sin efectos adversos graves. Las puntuaciones de los pacientes en las pruebas de movimiento han mejorado en promedio en un 30 por ciento, e informan haber conseguido una mejor calidad de vida. Hasta ahora han transcurrido cuatro años desde la intervención y el efecto se ha mantenido.
Los escáneres PET confirman que dopamina está siendo producida en el cerebro en lugares donde antes no se producía.Evidentemente se trata de estudio inicial pequeño. Aunque es difícil comparar los efectos de diferentes dosis, hay indicios de que la dosis más alta produce el efecto más fuerte. Los pacientes inyectados con la dosis más alta han tenido que reducir la intensidad de la terapia de reemplazo de dopamina estándar, para evitar efectos secundarios relacionados con dopamina excesiva.
La ausencia de un grupo placebo para comparar significa que los resultados tienen que ser interpretadas con precaución, pero los investigadores son bastante optimistas.”Estoy muy complacido de haber podido trabajar a nivel clínico,” dijo el profesor Mazarakis. “Hay potencial para pasar a la siguiente fase. Necesita aplicarse a más gente; tenemos que encontrar la dosis más efectiva, para aumentar la eficacia y demostrar sin duda que esto no es un efecto placebo”.El tratamiento es actualmente muy caro, pero el profesor Mazarakis espera que el costo bajará con la consolidación de las terapias genéticas más y con otras empresas que produzcan virus para el suministro de genes.
“Hay que recordar que la terapia génica es un campo que todavía está madurando. El primer ensayo fue en 1990. Sólo ahora empezamos a ver tratamientos de acercarse a la clínica.”
El equipo continuará probando el tratamiento en más pacientes y prepara realizar un ensayo mayor controlado con placebo, una vez que hayan optimizado el método de dosis y suministro.