El pacto educativo que se cuece estará cerrado para la primavera y con suerte muchos esperamos que se avance en este terreno. Por ello habrá que pactar no sólo entre los políticos, también habrá que volver la mirada al interior, a esas sombras que llenan los pasillos de las escuelas, de los institutos y de la universidad. Habrá que ver lo evidente y lo oculto, lo estructural, lo vertebrado y lo invertebrado. Los pactadores deberían darse una vuelta por las aulas, preguntar a los sufridores de la película, observar a esa generación logsiana que anda por los centros, por la calle, por las esquinas y a esas familias que muchas no saben, no contestan… los pactos si se dan deben ser valientes, no grises, deben atajar y cortar por lo sano, para mejorar. A lo mejor, si sólo nos quedamos con los entresijos de un pacto que lleve o quite puntos y subpuntos podemos enturbiar la mirada con rondas largas y pesadas, reuniones que pueden caer en la inercia de las comisiones que solucionan, en momentos, pero que se olvidan de que hay que cambiar las inercias, romper moldes y arriesgar para denunciar lo que no funciona, lo que no sirve; aunque el inventor de la moda o el primogénito de la reforma, en su día, fuera pariente político de alguno de los que están sentados en los sillones del pacto.
Y es que tengo la sensación, a lo mejor me equivoco, que estamos siendo celosos de nuestros ideas y de nuestras añejas posiciones. Una vez más, en este país sigue existiendo la morriña al origen, a ser de un partido, a seguir siendo políticamente correcto con el guión preestablecido y no rehacer otro, aunque el colega lleve razón y estemos ahogados en un mar de dudas. Y es que la educación, muy a nuestro pesar, tiene que resucitar en esta sociedad que sufre la crisis económica, pero también la crisis de su moral, en los valores que nos mueven y que también son causa de la mala racha que padecemos. Es impresionante ver el número de docentes desanimados, sin fuerzas ante un modelo social que manda, que se impone, que coarta y que destruye ilusiones. Necesitamos más y mejor formación para todos y que se note en la calle. Estos sentires también los señalan los ciudadanos que se expresan en las opiniones que proclaman. Esta mañana he abierto un periódico digital y me encuentro, en una sección que le denomina ‘Las frases de sus lectores’, la 693 que respondiendo a la pregunta «¿Qué le hace falta a la Educación en España?» Una lectora escribe «más derechos para el profesorado, una mayor importancia de las Humanidades y una implicación de los progenitores, los profesores enseñan, los padres educan…». Y sigo leyendo más de lo mismo y todo con mucho sentido común. Espero que los que pactan conecten con estos sentires y tomen nota para mejorar lo que a muchos nos disgusta.