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Javier Ballesta

Acuse de recibo

El caso Owen

Todo empezó cuando recibí un correo electrónico de María Teresa Ndumba, una entrañable mujer que conocimos en Bruselas. En su mensaje se nos decía que tenía graves problemas económicos, porque había sido víctima de un robo en Londres, y nos solicitaba 2.000 libras para regresar a su país. De forma urgente nos pedía dinero y decía que estaba en trámites con la embajada para que le ayudaran, a la vez que tenía limitaciones para utilizar el correo.
De entrada, vimos el asunto muy dudoso y, respondiéndole a su petición, le insistimos en que nos diera datos y teléfonos para hablar con ella, porque los correos son muy impersonales… Nos llegó otro correo en el que nos daba un teléfono y una persona de contacto (+447038990874 Mr. Owen, de Hotel Canary). En Londres, con este nombre y sin saber la dirección, hay tropecientos… otra duda más de la veracidad del asunto; por ello, tras llamar a la operadora internacional para comprobar el número, se nos dijo que era un móvil de un hotel (¿por qué no dar el de una centralita?). El recepcionista, Mr. Owen, nos comunicaba que nuestra amiga no estaba en esos momentos en el hotel porque se encontraba en la embajada, y que no sabría decirnos la hora de regreso… y nos confirmaba su urgente necesidad de dinero. Aquello tenía dudosa pinta…
Ante nuestra insistencia de hablar con ella, le dejamos nuestros teléfonos. Mientras contactamos con la embajada, las oficinas estaban cerradas y dejamos un mensaje… Después recibimos un tercer correo, firmado, al parecer, por nuestra amiga, donde se nos agradecía nuestro interés por ayudarle, así como que Mr. Owen le indicó nuestra conversación y que nos llamó a casa, pero que no logró contactar con nosotros porque además no insistió ya que se encontraba enferma. Y nos insistía en que le hiciéramos llegar el dinero, prometiéndonos devolverlo lo antes posible; y que nos lo agradecía, al mismo tiempo que nos bendijera Dios a la familia, y amén.
Esa redacción forzada me hizo dudar, y de repente me fui a la libreta de direcciones del correo y comprobé que tenía otra de ella, por lo que le envié un mensaje planteándole este embrollo… La sorpresa me llegó con su respuesta (sic): «Hace una semana que un pirata informático utiliza mi nombre para pedir dinero a mis contactos. No responded, ni enviad dinero, ni creeos todo lo que cuenta en mi nombre, porque se hace pasar por mí, nunca responderé a marietheresendumba@gmail.com».
Así que este Owen era un pillo, un ladrón sin oficina, un ciberpirata… ¡Cuidado con ellos! A María Teresa le enviamos todos los correos recibidos del suplantador y, como prueba, los podría adjuntar para denunciar el caso a la policía internacional. Hace unos días leía en este diario que en fraudeinternet@policia.es podemos denunciar estos casos y otros parecidos. Está claro que tenemos que actuar y contar nuestras historias que, como ésta, es totalmente cierta.
Les animo a denunciar este tipo de sucesos. Nadie merece que jueguen con su identidad, para obtener un beneficio propio, irrumpiendo las barreras de la legalidad.

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Sobre el autor

Articulista de Opinión del diario La Verdad. Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia. @javier_ballesta


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