En estos días son muchas las familias que se han planteado elegir el colegio para su hijo. Aunque existen unos criterios para esa admisión que regulan su elección, la mayoría de las veces el dilema surge en diferentes frentes y son, como siempre ocurre, preguntas abiertas, interrogantes que nos hacemos y a los que intentamos dar respuesta de la mejor manera. Las preguntas que nos hacemos van desde ¿cuál es el mejor para mi hijo? ¿público o concertado? ¿privado?, ¿con qué horario? ¿mejor con comedor y actividades extraescolares? Y también los hay que se preguntan ¿qué tipo de alumnado va? ¿hay muchos o pocos inmigrantes? ¿cuál es el índice de éxito escolar o de fracaso? …los interrogantes crecen y se difuminan además si se entrecruzan otras variables como las de tipo social, cultural, nivel socioeconómico o de expectativas. Como en ocasiones se aprecia muchas de las razones de esa elección vienen motivadas por un cúmulo de matizaciones y percepciones relacionadas mucho más con la forma, la apariencia y el escenario que con el interior y lo fundamental, como pueden ser las directamente relacionadas con los agentes y los protagonistas educativos de los centros y, en especial, con sus equipos docentes, sus profesores que son quienes, en definitiva tienen la llave de hacer participar a nuestros hijos en esta gran aventura del saber.
Muchas veces la opción entre el tipo de centro no se corresponde con este valor relacionado con su docencia, sus maestros y comprobamos que son muchos los progenitores que lo ignoran y hasta dejan de pensar en que sea fundamental, dejándose llevar más por otras cuestiones que tienen poca relación con ello y son fruto de intencionalidades ambiguas, paradójicas y hasta de poco sentido común.
La teoría de los buenos maestros, como pilar del éxito educativo se sigue al pie de la letra en países como Finlandia que tantas veces se pone como ejemplo por encabezar los primeros puestos en las evaluaciones PISA. Leo que su ministra de educación reconoce también que su sociedad es cada vez menos homogénea, sin embargo para darles a todos la mejor educación posible defienden la necesidad de cuidar a los profesores, porque podrán hacer frente a estos problemas si están bien formados y motivados. Y es que el modelo finlandés apostó hace más de treinta años por tener buenos profesionales en la enseñanza y, desde los primeros años de la escolarización para fundamentar una buena base. Además, no todo el que quiere dedicarse a la educación tiene entrada, ya que existe un proceso de selección fuerte y son valorados aquellos que tienen preparación y formación manifiesta, mediante un proceso bastante selectivo.
Así que ahora, cuando leo la publicidad que algunos centros lanzan me llama poderosamente la atención aquello de:“centro trilingüe, nuevas tecnologías, comedor, horario ininterrumpido, piscina, danza, talleres, cursos en el extranjero, enseñanza de calidad, fracaso escolar cero…y- pregunto como sin querer y en voz baja- ¿tiene buenos maestros?