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Javier Ballesta

Acuse de recibo

¿Y ahora qué?

 

Una vez que ha cesado la resaca electoral, aunque los ecos sigan vivos y todo esté en el aire, la incógnita  la tenemos por encima de la victoria anunciada de un partido, de un líder, de sus mensajes o de ese seguimiento ciego que se ha demostrado por muchos ciudadanos.  El ahora, no es ayer, ha pasado una semana y parece un sueño el domingo 20-N y tengamos un cambio político no podemos decir que estemos ya satisfechos, o mucho más tranquilos, por decir algo, porque queramos o no, estamos al  acecho, con la mirada más allá del almanaque, entrecruzando los dedos y reconociendo que los problemas están ahí, no se solucionaron aún por mucho que se desea y puede que la cosa vaya para largo, muy largo.

Me imagino que en estos momentos, a más de uno le venga la idea aquella del esfuerzo y gasto invertido en la larga campaña electoral que nos ha tenido ensimismados, enganchados a los personajes y a los lideres con sus mensajes contrapuestos y radicales. Más de uno nos preguntamos ¿para qué tanto gasto de los partidos en propaganda inútil en calles, avenidas, publicidad debajo de las farolas viendo caras maquilladas en color de photosof,  en la más pura escenografía, o  con tantos decires en debates, twitters o faccebok, enredados en un afán desproporcionado y abusivo, donde mucho se dice y poco se hace?

Ahora que nadie nos oye, en voz baja  deberíamos tomar nota y dejar claro que lo importante  no son los pregoneros, ni los que se alzan ante multitudes para atacar  al oponente,  ni esas promesas incumplidas que llevan las dulces melodías  electorales, porque por mucho se diga,  todo está por resolver, lo fundamental sigue ahí, al pie de la calle, entre bambalinas, sin escenarios, en el sentir de los ciudadanos que ven cómo la realidad que tenemos nos sobrepasa y nos deja ante un panorama que habrá que resolver entre todos.

El discurso del ahora es diferente al que hemos llevados estos meses, a mi modo de ver malgastados en subrayar políticas pasadas, añejas, con sabor agridulce que no ha servido para nada. Uno tiene la sensación de estar ante esa clase aburrida de aquel mal profesor que ni sabia enseñar, ni motivar y se afanaba en explicar en la pizarra, sin embargo todos mirábamos tras los cristales el paso de la tarde, de las horas, mientras deseábamos cambiar de actividad, que tocara el timbre y finalizara la jornada.

Para poco sirvieron esos mensajes mal escritos, improvisados, entre corchetes que se han  dicho  y que nos han llenado la cabeza…La actualidad sigue estando viva y necesitamos encontrarnos con propuestas consensuadas serenamente que nos acerquen y nos unan ante la adversidad, que nos alejen de la toma de decisiones improvisadas y de los radicalismos; ahora más que ayer hace falta sentarse a mirarnos  cara a cara, sin debates, serenos, para ver cómo salir del agujero, donde todos estamos.

 

El blog de Javier Ballesta

Sobre el autor

Articulista de Opinión del diario La Verdad. Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia. @javier_ballesta


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