No estamos para tirar cohetes, aunque sí observo cómo algunos entran a tirar tracas de poca monta y que a modo de pronunciamientos distorsionan los mensajes que recibe esta ciudadanía sufridora de recortes que está cansada de ver cómo abunda más de lo mismo y que los nubarrones no se alejan de nuestras cabezas. Sin duda, tiempos difíciles, donde lo inesperado se convierte en noticiable, cada minuto nos sorprende y no sabemos dónde tendremos que navegar, para cruzar el charco o la laguna que nos envuelve….
Y referidos a algunos de los temas que en las últimas semanas hacen mella, relacionados en especial con la educación de arriba y de abajo, hemos constatado que abundan pronunciamientos y decires de los políticos, en especial los referidos al ministro Wert que sin pensarlo o quizás sí lo ha provocado, se ha convertido en todo un trending topic como se dice ahora de dimes y diretes más en su contra que a su favor. La pasada semana estaba en el ojo del huracán por el desplante recibido de los rectores, sin duda un hecho histórico evidente de falta de sintonía. ¿Será una estrategia wertiana o toda una metateoría pragmática la que defiende este nuevo ministro de educación? El otro día un columnista de la casa, refiriéndose al concepto de provocación y al ministro dijo más o menos que era sinónimo de estar por encima de las circunstancias, por ejercer un arte digno de alabanza y de ser rompedor por natura en su trayectoria lo que le hacía estar por encima de la corte universitaria que lo desplanta… no coincido con él y me inclino más a pensar que el provocador tiene tintes, según el diccionario de la RAE, de irritación o de estímulo del enojo…. Y fue lo que pasó, que andan varios meses los rectores enojados, molestos por el agravio recibido y éstos representan cada cual a muchos miles de ciudadanos que estudian y trabajan en las universidades….
El enojo y la irritación también la vemos cuando, por ejemplo, un político de peso representativo se tira desde la tribuna a decirle al pueblo que no pasa nada por subir el número de alumnos que van a estudiar en un aula y que hace treinta años el susodicho que era profesor en un centro concertado, también tenían un mogollón de alumnos en su clase y que no pasó nada de nada… es verdad, pasar ¿qué va a pasar?- dice la gente- los maestros son unos quejicas….Y digo yo ¿cómo ese político no ha dejado su faena y ha regresado al oficio primitivo, a cobrar la paga de maestro y a batallar con los alumnos, también con sus familias si da lugar, o en especial con aquellos que tienen necesidad de una enseñanza diversificada y adaptada y, de este modo, ser consecuente con lo que dice, dejándose su gran sueldo, los protocolos, las influencias, la mejor vida…¡ qué provocación¡