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Javier Ballesta

Acuse de recibo

Segregar: ¡qué disparate¡

La pasada semana surgió la polémica sobre la legalidad de las subvenciones públicas a los colegios que practican la educación diferenciada, tras conocerse el contenido de dos sentencias de la Sala Tercera del Tribunal Supremo (TS) que han dado la razón a la Junta de Andalucía y al último Gobierno de Cantabria que negaron el concierto a dos centros en los que se imparte educación diferenciada por sexo. De ahí que la financiación pública de los casi setenta centros que segregan a los alumnos, en nuestro país, por género pueden tener los días contados, al reconocerse que las ayudas públicas recibidas son “incompatibles” con la Ley Orgánica de Educación aprobada en 2006 y donde de forma explícita se prohíbe cualquier tipo de discriminación, incluida por razones de sexo, en aquellos centros que reciben fondos públicos.

Sin dudarlo  y aunque no lo dijeran los tribunales, sabemos con la máxima certeza que esta enseñanza segregada es un  auténtico “disparate” amparado por un modelo educativo tradicional clasista,  añejo y rancio que se viene manteniendo por intereses ideológicos y que son contrarios a la vida misma y al sentir de la sociedad en su conjunto, donde comprobamos  que cada vez es más importante convivir, compartir y complementar las diferencias, no separar, ni enarbolar banderas antagónicas… ¿Se imaginan  por ejemplo  que para acudir a un hospital, al cine, a un pub, campo de fútbol, discotecas, bibliotecas o iglesias…su entrada estuviera condicionada en función de si uno es varón o hembra, niño o niña, hombre o mujer? ¡Qué  barbaridad¡…

Cuando hace muchos años la educación pública segregaba y graduaba por categorías existían las escuelas de niños  separadas de la de las niñas, donde nos mirábamos de reojo desde una complicidad competitiva que nos oprimía en lo más profundo de nuestro ser y nos llenábamos de rarezas y complejos que iban calando en nuestro interior. Crecimos al amparo de la edad prohibida, jugando al escondite apagábamos nuestros deseos en un mar de dudas…

Menos mal que la EGB se encargó de juntar al personal y dejar claro que era mucho más normal educarnos juntos, aunque no revueltos, como  cualquier hijo de vecino, como la vida misma…

 

 

 

De este modo, también en las escuelas  ya por los años setenta y tantos se empezó a sentir  que la  convivencia era un valor fundamental para compartir e integrar la diferencia desde la certeza de que hombres y mujeres no pueden crecer en paralelo, como si fueran enemigos o seres extraños… así que mejor es juntos, mucho mejor desde la nacencia y hasta el final, como debe ser…

 

Por eso y aunque los tribunales sentencien, ya la vida misma se encarga de dejar las cosas en su sitio,aunque el destalentado Ministro de Educación, el amigo Wert, salga dando bocinazos y se empecine en perpetuar este modelo conservador invocando a laUNESCO de los sesenta que quisiera recuperar, aunque tenga que cambiar la normativa de la ley actual, ¡ qué disparate¡

 

Segregar: ¡qué disparate¡ /Acuse de recibo /Javier Ballesta/30/08/2012

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Sobre el autor

Articulista de Opinión del diario La Verdad. Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia. @javier_ballesta


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