Empezamos el año con poca gana, sin ímpetu alguno y con una sensación de resaca asociada a ese empeoramiento que avanza, como si fuera una sombra que acecha nuestros pasos titubeantes en el maltrecho camino. En algunos momentos se nos escapan las palabras, otras callamos, tan sólo nos miramos de soslayo, con cierto sigilo, mientras seguimos cabizbajos ante los recortes que crecen … y también y mucho, las actitudes impresentables, bochornosas y dictatoriales que nos congelan el corazón.
Y es que vivimos, como escribía en este periódico, Pedro Felipe Granados, “un ominoso tiempo de silencio, de ruina moral, indignidad y oprobio… “que nos rodea, nos cerca y además, añado yo, nos acojona en muchos frentes, nos tiene inmersos en una incertidumbre permanente, provocando la sensación de tener un nudo en la garganta extensible a los cientos, miles, millones de ciudadanos que cada vez somos más pobres, no sólo los ancianos, los jubilados, empleados, funcionarios, autónomos… también los jóvenes, mujeres y hombres, niños y gente de todas las edades, oficios, titulaciones, ocupaciones… No hay que olvidar que somos uno de los Estados de la UE donde con mayor virulencia ha aumentado la pobreza en las familias. Nuestro país tiene un gasto social muy por debajo de lo que nos corresponde por nuestro nivel de riqueza, la pobreza extrema se ha hecho más severa, así lo denuncia un informe sobre “El impacto de la crisis en las familias y en la infancia” que ha sido financiado por la Obra Social de la Caixa y elaborado por el Observatorio Social de España (OSE).
Cada vez hay más pobres en esta España nuestra de charanga y pandereta, de insurrectos y caraduras, de pillos y ladrones, de mendigos y vagabundos que duermen en los cajeros entre cartones …en esta España donde hace poco volaban las gaviotas entre el puño y la rosa, de talentos por doquier ( aunque ahora la insistente Esperanza Aguirre se monte en el negocio de querer cazarlos), tierra de creadores, de genios, de conquistadores donde la abundancia se ha desvanecido en la miseria aplastante de la resignación.
Y la culpa, y mucho, además de buscarla en el mundo está en su casta política dirigente, porque han perdido el tiempo, han pensando en ellos y algunos se han profesionalizado en la corrupción…¡qué vergüenza¡ Hay que cribar su mediocridad, el déficit de coherencia y su poca monta. No se puede permitir que sus discursos estén tan vacíos y se repitan entre la deshonestidad y el mal ejemplo, donde vienen a predicar sin ejemplo, a darnos moralina en sus comparecencias públicas que son intolerables donde redunda la propaganda, no la eficacia y la honradez.
Muchos ya han tocado fondo y se les permite seguir años y años con los privilegios, por esa mezcla de intereses, dejadez, asentamiento y acomodación en el oficio que tanto mal hacen.
¿Qué proponen nuestros políticos ante los nuevos escenarios de pobreza relacionados con la malnutrición, la desescolarización y las dificultades de acceso a la sanidad pública?
jueves, 24/Acuse de recibo / Twitter: @javier_ballesta