La Universidad está en tiempo de elecciones para elegir a su rector magnífico, en un proceso donde concurren cuatro hombres en busca de su destino, y que se han puesto a caminar entre promesas, proyectos, entrevistas y videochats en los medios, reuniones con docentes, personal de administración y servicios, estudiantes. Llama la atención cómo en época de crisis hay tantos candidatos, ya que es la primera vez que la comunidad educativa de la Universidad de Murcia tendrá que elegir entre cuatro candidatos, lo que hace que esta sea la campaña más concurrida que se recuerda. Ayer mismo se inició formalmente, con presentaciones en vivo y en directo, para explicar los programas de los equipos que compiten en esta época de vacas flacas, de deudas millonarias y de recortes, de tensiones manifestas y de vueltas de tuerca, de falta de horizonte, de desánimo, en fin de malos tiempos .
Algunos, entre los que me incluyo, vemos cómo desde los últimos años la Universidad pública anda de capa caída, han ido apareciendo diferentes cuestiones que en muchas ocasiones son el resultado de procesos ajenos al sentir del profesorado y de los estudiantes, pero que se han cruzado en el camino con el consiguiente amontonamiento de nuevas tareas y exigencias. Por ejemplo, entre otras, ahora se quiere gestionar todo, rankinizar, además hay que ser competitivo con los de fuera y con los dentro, todo fluye sin pestañear y en el ambiente se respira esa sensación del “deprisa, deprisa”, del “hoy por ayer”, de “mañana es tarde”. Todo se maneja desde nuevas tareas, impuestas y al son de la tecnocracia, del poder político y económico, siempre de arriba abajo. La opinión de los docentes no cuenta, los departamentos gestionan y ejecutan lo que se les pide, los debates no existen, las plataformas nos consumen las horas, no paramos de estar pendientes de los correos electrónicos que nos organizan la agenda y nos ponen en guardia ante la novedad, mientras la docencia se desvanece en cantidad de flecos que no se resuelven y que se dejan a la orilla del camino. La universidad de hoy, bota y rebota en un revoloteo permanente que nos inquieta.
En estos días previos a las elecciones del 3 de abril, de reuniones, charlas y encuentros esperemos que los rectorables y sus equipos sepan conectar con la gente y sean capaces de diagnosticar los problemas reales, para que el “puedo prometer y prometo” no se quede en la memoria histórica de estos días. Deseamos que la ocasión sirva, al menos para aunar esfuerzos, repensar hacia adónde vamos y serenar los ánimos de tantos que vemos cómo las aguas siguen turbulentas, donde el fango impide la transparencia y la mirada se enturbia desde la incertidumbre que nos acecha
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