Hace unos días leí una entrevista a la cineasta Icíar Bollaín, a propósito de su nuevo trabajo, “En tierra extraña”, donde vuelve a dirigir su mirada a uno de los dramas que estamos viviendo en estos díasy que muchos conocen, sienten de cerca y comparten; me refiero a la triste realidad de nuestros miles de jóvenes bien formados, preparados y que saben demasiado para lo que se les ofrece en la calle, con esos contratos basura que son un insulto y un bofetón en primera persona, a una larga carrera de obstáculos ganados gracias a su esfuerzo y al apoyo de sus familias que siempre están al quite, empujando, apoyando, animando en su penosa odisea. Y es que el drama existe, ya no se puede disimular y aquellos “JASP”, como se les decía en 2006, Joven Aunque Sobradamente Preparado, cuando la tele nos bombardeaba con un anuncio donde se popularizara el término, y que cientos de miles de jóvenes se identificaran con aquel mensaje de rebeldía, preparación y ganas de conquistar el mundo. Ahora, se han transformado en “JESP” –Jóvenes Emigrantes Sobradamente Preparados– que acaban por coger sus bártulos y emigrar a diferentes países como Alemania, Francia, Inglaterra o Estados Unidos en busca de ese maná prometido y deseado a costa de tener que pasar por los filtros de la selección, la demostración de su saber, el dominio del bilingüismo con todos los certificados posibles expedidos y ¡mucho cuidado, dando gracias y sin rechistar! que manda quien manda, no vaya a ser que se arrepienta…¡vamos, penoso!
De nuevo vemos se impone la ley de la selva que hace que como los jóvenes no encuentran un trabajo de lo suyo, ni de nada parecido, los nuevos “JESP” tienen que tomar la decisión de volar sin retorno, para cruzar los cielos o los mares – por supuesto, siempre a la caza de la ida en low cost y pendientes del mejor precio- tras la firma de esos contratos, a merced de la selección discrecional de esos europeos de pro que pueden permitirse la elección de la “créme de la créme” que se disponen a pasar a esa lista larga de empleados cualificados que mantendrán el buen nivel de vida de nuestros socios europeos, aquellos que nos prestan los dineros, nos dan lecciones con moralina y hasta nos regañan, por no hacer bien los deberes, porque ellos son los que mandan.
Ahora, estamos de retroceso y en España parece que hubieran transcurrido, al menos en el plano social, varias décadas, ha sido una vuelta atrás muy grande, como si volviéramos a ver un Cuéntame trasnochado, desenfocado sin nitidez, habiendo retrocedido y mucho en muchas de las conquistas conseguidas. Sin duda, es tiempo de revisar este fracaso, comprender lo que ocurre y para ello necesitamos propuestas que nos abran los ojos y nos narren, en primera persona, lo que pasa con los jóvenes, porque nos duelen, son nuestros, aunque estén por el mundo.