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Javier Ballesta

Acuse de recibo

Maestro de maestros

Los hombres buenos pasan por la vida dejando su huella, sus gestos y sus  grandezas se miden en la sencillez y defienden una trayectoria que al final, cuando marchan queda muy presente entre los que compartimos parte de sus días. Ese modo de ser, de encajar lo que acontece y resolver las situaciones es parte del legado que nos dejan y sirve, para valorar su persona.

De Antonio Vicente, catedrático jubilado de Pedagogía de la Facultad de Educación podríamos hablar mucho y bien, porque era buena persona, gran docente  y excelente compañero; tan sólo quisiera desde este recuerdo subrayar algunos aspectos que en esta tarde de despedida, me vienen a la mente y compartir algunos retazos que tengo presente.  Antonio Vicente ha sido un referente en la formación de maestros de la Universidad de Murcia vino, cuando obtuvo la cátedra en el año 1960,  de Aragón su tierra y quedó atrapado en esta  ciudad, y como decimos echó raíces, junto a una gran mujer Isabel Villena con la que formaron una gran familia. Desde el primer momento el profesor Vicente impulsó su conocimiento pedagógico a los estudiantes que se formaban en la Escuela de Magisterio contando con su preparación y formación sobre nuevas enseñanzas y técnicas didácticas que había profundizado en Francia. Muchos recordarán la incorporación de las técnicas Freinet que en los años 70 fueron un revulsivo pedagógico y que gracias a él se incorporaron en la formación de maestros, con la colaboración de algunos que estaban en escuelas rurales y que fueron incorporados a intercambiar sus experiencias en las aulas universitarias.  Creo que Antonio supo conectar con la gente, con los docentes y con los estudiantes, porque era un convencido en saber distinguir lo esencial de lo accesorio, siempre supo estar  en la cercanía y defender el valor de la educación, del respeto, de la responsabilidad y fomentarlos  entre sus  estudiantes.

La enseñanza le gustó tanto desde sus comienzos que también tuvo ocasión de impartirla en sus años de director técnico pedagógico del “Hogar  provincial del Niño” dependiente de la entonces  diputación de Murcia,  fue entre los años 1962 y 1968, era la antigua Casa de Misericordia donde puso en marcha innovaciones. Muchos también recordarán su  labor como director de la residencia universitaria “San Isidoro”, en la dirección del ICE y  su empleo a fondo en la gestión universitaria.

La vida profesional de Antonio Vicente fue un testimonio para muchos que lo conocimos también como compañero y compartimos muchos momentos en la  facultad, porque  supo combinar la dedicación a la profesión con talante y templanza estando al lado de los estudiantes y de los colegas, era un defensor de los valores, de la persona.  Su apuesta era saber escuchar y hacer una pausa, para seguir en la batalla y “pasar página”, una buena enseñanza.

Tengo la certeza que Antonio goza en el reposo del hombre bueno, porque ha sabido vivir dando lo mejor de sí y encontrará su tesoro en el cielo.

(*) Antonio Vicente Guillén falleció el viernes 4 de septiembre en Murcia. Su lema: “la vida es dura, pero que dure…” Descanse en paz

 

El blog de Javier Ballesta

Sobre el autor

Articulista de Opinión del diario La Verdad. Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia. @javier_ballesta


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