Cuando pasamos la segunda quincena de septiembre ya estamos metidos en pleno regreso, no hay excusas para darle vueltas de tuerca al tópico. Volver no es partir de cero, es seguir, reiniciar la actividad con nuestros más y nuestros menos. Por eso es normal, debe ser así que a muchos nos cueste arrancar, levantar el vuelo cuando los sueños nos atrapan en esos recuerdos placenteros que nos evocan la desconexión, la parada y la pausa. Ahora que, aunque las noches refrescan, siguen por estas tierras los calores propios del veranillo de los membrillos, el de San Miguel, son muchos los frentes abiertos que vuelven a las mismas andadas, a esas que nos dicen que volver es seguir con más de los mismo.
Sin embargo, la vuelta siempre es recomendable, aunque nos pese, porque aunque puede parecer dura, cansina, o monótona estamos hechos para volver. La ida, siempre espera una vuelta, un volver a mirarnos en el espejo, a vernos en esas tareas tan nuestras que no podemos dejar ancladas en aquello que vivimos y que ahora, aunque retomemos la rutina, los horarios, la disciplina para organizar tiempos y agenda sin demora, también se nos presenta como una nueva oportunidad, un seguir adelante.
En mi caso, como a muchos, he de reconocer que también me ha costado ponerme delante del ordenador, tirar del hilo, sacar papeles y organizar el escritorio, para retomar asuntos, cuestiones y seguir tomando el pulso a aquello que nos preocupa y sobre lo que escribimos. Ayer, sin ir más lejos cuando me dieron el toque de vuelta a la columna, me costó sobre todo por esas semanas de alejamiento que no me han venido mal. Dicen algunos que la vuelta se toma de otra manera si se ha podido desconectar, cambiar de situación, de vistas, de miradas y hemos dejado que la mente se disipe por esas lontananzas que cada uno llevamos dentro. Algunos dicen que para volver, siempre hay que marchar, cambiar para luego retomar lo andado y seguir con aquello que dejamos para luego.
Y entrados en harina, en temas de educación, todos los años, por estas mismas fechas se escuchan los mismos titulares, en este caso referidos a la vuelta al cole. Otra vez se repiten los ecos de que “si la vuelta al cole debe ser de esta manera”, que si algunos dicen, sobre todo los políticos, se da “la absoluta normalidad”, en contraste de aquellos que reconocen “un inicio caótico, precipitado a las clases”. Me llama la atención sobre cómo se insiste en la idea de la normalidad y de los logros; siempre parece que hay que subrayar que no hay problemas, aunque las dificultades sigan existiendo. Creo que hay que reconocer lo que se está haciendo y lo que no, plantear también lo que se quiere cambiar y aquello que, por ahora, no se ha podido. Me cuesta creer que todo vaya bien, aunque me gustaría… Lo comentaremos, sin duda, en la nueva vuelta.