Al final, y tras la larga espera, el presidente del Consejo Social de la Universidad de Murcia dio la cara ante el Claustro por la fuerte presión de la comunidad universitaria, que exigía, mediante la demanda de un gran número de claustrales, una explicación sobre las razones que le llevaron a votar, en el Consejo Interuniversitario, a favor de la implantación de los grados de Odontología e Ingeniería en la UCAM, en contra de los intereses de los rectores de la pública. No se entiende que un responsable del órgano que representa la sociedad en la universidad pública se cruce de acera y vote a favor de la competencia. En otras ocasiones recuerdo que algunos optaron por no ir a votar, por justificar un viaje de trabajo y dejar pasar la bola de fuego… En esta ocasión, el presidente optó por asistir y pronunciarse con un voto que, curiosamente, se fue a la competencia.
Las tensiones generadas en la propia universidad pública surgieron desde dentro y en el propio Consejo Social que en la tensa reunión de mediados de septiembre enfrentaba a los representantes de profesores, alumnos, PAS y sindicatos con su presidente, por su voto de la discordia y, en especial también hay que decirlo, por no haber convocado un pleno previo para conocer cuál era la decisión colegiada del órgano que representaba.
A mi modo de ver, ahí está el fallo en confundir el valor del voto, en entender y razonar aquello de que “el voto es personal”. Y es que cuando se vota en una comisión, o en un consejo donde uno representa a un grupo de personas, a una organización se entiende que es ésta, el órgano, el grupo que representa el que tiene una opción, un sí o un no, o una abstención sobre lo que se tienen que pronunciar. En esta ocasión, una actuación tan personal, al son de lo que uno cree le ha llevado a un callejón sin salida porque lo que se manifiesta es que para tomar su decisión no consultó a los representantes de sus universitarios que, a la postre son los sufridores de la película y los que cada día levantan el peso de la institución.
La marea de fondo, sobre la reprobación del presidente, pone en cuestión la pantomima de los Consejos y evidencia que, una vez más, se ha impuesto “la voz de su amo” sobre los intereses de la institución, un grave error.