Hace unos días los jóvenes diputados que ocuparon por primera vez su escaño en el Congreso dieron un espectáculo mediático para manifestar su entrada triunfal, alegre y pintoresca, con colores y gestos diversos, a modo de “divertimento” colorista con ciertos toques de arrebato y de fiesta mayor.
La constitución de las Cortes Generales de esta España nuestra se asemejaba más a ese primer y alborotado primer día de “clase” en el instituto, con los móviles echando humo, todo un Parlamento bullendo de selfis, envuelto en una burbuja mediática, en esa nube a la que jóvenes y menos jóvenes estamos acostumbrados a compartir.Y es que tras cuatro años de triste grisura marenga, con tonos azul marino el Congreso se estaba aquilatando en esa monotonía distante, cansina y repetitiva del todo igual que ayer, cargado de cierta quietud, sin mucha mecha.
La jornada primera, del nuevo Congreso rompía con la tendencia y se hacía eco de los jóvenes políticos que tomaron la casa con las nuevas armas de las tecnologías.
La entrada triunfal, el paseíllo de los nuevos diputados en esta ocasión se ha hecho de otra manera, con otros modos, ni mejores, ni peores, sí distintos, apasionados y también dando la nota, algunos; otros mucho más acordes con los nuevos tiempos marcaron tendencia, como la cofradía de los sin corbata que ha dejado de ser minoría, ahora nuevas vestimentas, indumentarias y apariencias formales se combinan en una mezcla explosiva, como la vida misma, el reflejo de la ciudadanía que nos encontramos entre pasillos y a pie de calle.
El nuevo Hemiciclo está compuesto por novatos, es mucho más femenino y sin viejas glorias. Más del 60% de los 350 diputados son nuevos en la plaza, no conocían los pasillos, algunos iban perdidos por aquel edificio. Una Cámara diferente, otra transición que nada tiene que ver con la del Cuéntame aquel, donde Carrillo, la Pasionaria y Alberti permanecieron en silencio respetuoso, sentados y expectantes al mensaje subliminal del reencuentro.
Ahora, los nuevos bríos, el show de algunos y los versos libres y sueltos en las redes sociales marcan la diferencia, son los nuevos protagonistas de la política, con sus más y sus muchos menos. La idea es mezclar, combinar, no sé si confundir, manipular o persuadir pero sí tengo la seguridad que las redes sociales ya se encargan de anticipar lo que es, la virtualidad rompe con lo presencial y las palabras y decires se anticipan en los tuits que exultantes muestran la llegada, el desembarco a la nueva tarea.
Algunos de los nuevos políticos escribían en twiter: “Ya hemos entrado. Ahora, a marcar la diferencia…; otros grababan “autovídeos” de dos minutos en Facebook y una gran mayoría sucumbían al espejo mágico del selfi sonriente que fija siempre la sonrisa justa, para tener un buen recuerdo.
Esperemos que tanta foto no empañe lo fundamental y que trabajen, eso sí sin perder el tiempo en los cacharritos, veremos a ver qué pasa.