La cantinela que llevamos durante días no para de atizar, con más de lo mismo subiendo los decibelios y las descalificaciones, porque a estas alturas , aunque no debería ser así los políticos se tiraron al suma y sigue, al último bocado y trago acelerado, para desbancar al adversario, al enemigo.
¿Quién no tiene un enemigo? Entonces, a por él, como diría aquel ¡a muerte! y sin contemplación, una estrategia que ha dado sus frutos y a la que siempre se recurre, mucho más cuando se acercan las últimas horas. Lo que hace singular estos últimos coletazos de la contienda electoral a la caza del voto útil, el enmascarado, el no definido, ese que se queda en la ambigüedad, en el no sé para qué y a quién votar.
En estos días muchos ciudadanos contemplamos cómo se suman los descontentos, en muchos lugares surgen voces que desacreditan la parafernalia de los que quieren y manejan los hilos. Sin ir más lejos he visto cómo algunos conocidos en conversaciones de calle se han pronunciado con aquello del para qué votar, el más de lo mismo, todos son iguales, no hay derecho de que estemos así, parece mentira como está el país y ellos siguen cobrando…
Y es que ni los debates a cuatro, ni a siete, ni los mensajes subliminales, ni los mediáticos serán decisorios, para dar el voto.
Aunque los políticos se hayan afanado en twittear sus decisiones y subir a Facebook vídeos y contratar servicios de empresas de comunicación para lavarse la cara y parecerse más cercanos han sido esclavos de un enfoque superfluo cargado de efectos, pero con mucha cascaruja que carga las tintes en el personalismo puro y duro.
Son los signos de los tiempos- diría aquel-, el nuevo formato que sustituye el texto impreso, la foto fija por el multimedia que se cuela en las redes sociales haciendo gala de cercanía y de inmediatez…vamos, algo así como que tener un político al uso se ha convertido en una razón más para tenerlo como amigo, en la lista del grupo o en la cuenta de seguidores.
Sin embargo, ninguno de los candidatos ha presentado un verdadero proyecto sólido, real o posible, todo queda etiquetado a cabos sueltos y curiosamente no parece molestar a los electores que, aunque parezca mentira, se dejan seducir por los cantos de sirenas de algunos que tienen verbo fácil, seducen con maestría y tiran cohetes en sus discursos con afán, buena impronta y deseos de linchar al adversario.
En fin, las quinielas están echadas y las aguas revueltas, veremos a ver quién va a votar y qué sale del revoltijo, un escenario distinto y diferente que nos pone en la tesitura de que todo es posible este domingo.