>

Blogs

Javier Ballesta

Acuse de recibo

El síndrome de los finales

Mirando de reojo el calendario me encuentro con la sensación aquella del salto de semanas, de ver cómo los días crecen y pasan con celeridad.

En este mes de julio, como en otros muchos  se nos pone la cara de cierre, una expresión que muy bien podría etiquetar a quienes llevamos la mochila repleta de carpetas y tenemos necesidad de dejarlas para un después que no llega, mientras todo se amontona y sube la temperatura que nos cobija, sin piedad.

En muchas universidades también julio sustituye la convocatoria de septiembre,  una decisión que hace alargar el curso, porque ya septiembre se ha borrado del mapa – eso dicen algunos defensores entre los que no me incluyo- que es mucho mejor que el alumno se vuelva a examinar pasados quince días de lo mismo, porque se supone que lo tiene más “fresco”, ¡vamos, con la frescura del conocimiento! Las razones son otras, son de aparataje organizativo y administrativo que se impone en tiempos y en mecánicas por acople desde arriba.

Cada año tengo la sensación al llegar a estas alturas que las cosas se complican, se retuercen y se vuelven cansinas, cuando no debería ser así porque deberíamos ir cuesta abajo…y como siempre a última hora, se amontonan las decisiones importantes,  a la vez que a tecnoburocracia  se nos impone y nos tiene atrapados con todo ese cúmulo de situaciones que nos hace cerrar el curso y entrar en el verano con un pie en falso, con dudas, con temas latentes y sin respuesta, esperando a mañana, como si fuera ayer,  siempre a ver qué está por caer, por llegar, sin tener claro lo que nos puede venir.

Julio también es tiempo de oposiciones y de larga espera,  es un tiempo de siega y cosecha, de derrotas y de escasas victorias.

Me vienen a la mente los miles de opositores que en estos días se han tirado a la dura arena, al combate surrealista de conseguir una plaza como docente luchando contra las adversidades, para conseguir estar en la lista de los elegidos…

No son pocos los que tienen que pasar por estas situaciones competitivas, capeando vicisitudes y enfrentándose a una gran multitud de contrincantes que viven ese sinsabor de los aspirantes, pasando malos tragos, ante la escasez de plazas y la subjetividad permanente de aquellos que tienen que juzgar el valor del saber, en ocasiones con conocimiento limitado, pero decisivo a la hora de dar una calificación que puede frustrar a muchos que se han visto humillados ante la decisión final aceptando una derrota totalmente injusta.  Sabemos que el sistema de selección del profesorado no garantiza que se elijan a los buenos profesionales y esto unido a la escasez de plazas hace que estemos en un estado de miseria consentida, por un sistema que no defiende la calidad y excelencia aunque se tenga por bandera.

Y mientras tanto, intentamos cerrar un curso que ha estado cargado de problemas y tenemos que pensar en el siguiente, aunque no se hayan resuelto, nadie sabe cuándo se resolverán.

El blog de Javier Ballesta

Sobre el autor

Articulista de Opinión del diario La Verdad. Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia. @javier_ballesta


julio 2016
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
25262728293031