Se cumplen dos semana de la tragedia que se adueñaba de Francia y del mundo, desde el corazón de Europa, donde de nuevo el golpe de la barbarie del terrorismo yihadista se hizo mella, en un día simbólico para la República como el 14 de julio, día de la fiesta nacional, una fecha inolvidable que está grabada en los franceses más que cualquier otro símbolo republicano.
Una vez más el miedo, la tragedia y el dolor hicieron acto de presencia, esta vez con un novedoso e insospechado procedimiento, impensable y genuino. En esta ocasión, el asesino del camión fantasma lanzado a toda velocidad segaba la vida de niños, mujeres y hombres que con los ojos puestos en el firmamento, contemplaban los fuegos artificiales que celebran el día de la patria. El pánico de esta tragedia deslució el final de una jornada en Niza, un bello lugar de vacaciones, en la costa francesa, en ese paseo marítimo de los Ingleses, y de repente, surgió la catástrofe con un montón de gente gritando, corriendo, huyendo de la muerte y había cuerpos sin vida dispersados en el paseo como si estuvieran en pleno combate.
El atropello masivo de ese jueves festivo en Niza concluyó con 84 muertos, ante lo que el presidente de Francois Hollande, afirmó que 15 de los 200 heridos en el atentado continúan debatiéndose entre la vida y la muerte. Durante un discurso que centró en la lucha contra el terrorismo, reiteró sus llamados a la unidad frente a los “fanáticos” que quieren dividir el país. Mencionó que “el enfado es legítimo” tras los ataques extremistas, sobre todo por las numerosas pérdidas de personas inocentes, pero llamó al respeto interreligioso al advertir que “la ira no puede traducirse en odio y sospecha”.
Los países deben darse cuenta que estamos en una guerra mundial encubierta y tenemos que combatirla, no sólo con medidas militares; sino de tipo estratégico a largo plazo.
El “yihadismo” odia a todo lo que suponga progreso, orden y futuro y quiere retrotraernos siglo atrás.
La Asamblea Nacional francesa votó este miércoles a favor de prolongar el estado de emergencia hasta enero de 2017, tras el reciente atentado y debido a la elevada amenaza terrorista que persiste en el país.
La noche de la tragedia y al día siguiente los tweets se amontonaban en solidaridad con las víctimas del atentado de Niza, recordé a Irma Vélez, una encantadora profesora de la Sorbona que conocimos hace poco y me vienen sus palabras cuando nos comentaba que desde los anteriores atentados en Paris tenían la sensación de miedo, al salir a la calle. La otra noche, leí un tuit donde me decía: “Estamos sin palabras”.