Imagino la cara de los chavalines al ver entrar en su aula un séquito de visitantes que, dejándose caer en plena sesión de clase, saludan y se afanan por congratularse con el personal que, centrado en su faena, no deja de extrañarse por la entrada de ese gentío que viene a ver cómo van las cosas.
Una imagen que se repite en los medios, en estos días de apertura escolar, de inicio de del curso nuevo.
Me recuerda aquello del “¿cómo están ustedes?” que lanzaban a pleno grito los célebres payasos de la tele.
Como digo, una foto muy usual que es todo un cliché manido de otras similares que año tras año, se repiten en este mes de septiembre.
En mi opinión, deja un sabor bastante descafeinado de una realidad que quizás exija cambiar el escenario y abordar que, a nuevos tiempos, nuevos formatos, aunque sigamos teniendo viejos problemas.
El hecho de que nuestros políticos vayan a las escuelas y se retraten en el pupitre donde se encuentran los alumnos junto a maestros realizando su labor es siempre grata, sin duda, pero no creo que sea el sitio más adecuado para darle un respaldo a la educación.
Sin embargo, parece que así se levanta mejor el telón y, ante la foto y los titulares de bonanza, se puede transmitir aquella sensación de que “el mundo gira y gira”…
Para algunos, entre los que me encuentro, la sensación que impera es del “aterriza como puedas” y lo que toca es soltar el listado de puntos que hay que decir en voz alta, casi siempre son números, euros, obras realizadas y logros.
Un escenario que se presta para darle al autobombo y aprovechar que se va allí, para lanzar a los cuatro vientos en vivo y en directo, delante de los medios y reporteros que vamos por el buen camino, que no todo es malo y que estamos a tantos puntos de conseguir la meta.
Ahora en estos tiempos del “Brexit”, curiosamente se exporta con gran amplificación el bilingüismo.
Se dice que todos los municipios tienen ya centros que se encargan de enseñar dualmente con inglés ¿y…?
Ese tipo de recurrencias para validar o justificar que estamos avanzando me llama la atención y es una variable más de otras que no se proclaman porque quizás no venden lo suficiente.
La realidad educativa es amplia y compleja, por lo que necesita de análisis más ponderados y donde la voz de los implicados debería tener más protagonismo del que tiene.
Por eso, permítanme que sea incrédulo ante el protocolo de las aperturas de curso, donde el sermón de los logros no deja ser una venta de la cara buena, dejando a un lado la otra, la que se omite y sobre la que hay que ponerse frente a frente, para resolver las asignaturas pendientes que son muchas.
Es tiempo de dejar esas rutinas y cambiar el formato para mejorar, cambiar esas inercias añejas o tentaciones de aquellos que están en el poder.