Ahora que se cuestiona por todos los frentes la labor de los maestros, desde dentro y desde fuera, entre las trincheras de las aulas y en la calle, es tiempo de repensar su importante papel y lo mucho que han hecho y siguen haciendo en beneficio de los ciudadanos.
Aunque, como sabemos, cada vez más existen situaciones que ponen en tela de juicio su valía y su gran labor, por aquellos que callan y en el silencio de su ignorancia hacen que algunos profesionales abandonen en plena madurez y se marchen por la puerta trasera, cabizbajos y de puntillas…¡qué pena! porque hubieran podido dar mucho más, sobre todo para transmitir a los noveles el poso de su veteranía.
Por ello resulta motivador leer testimonios, como el que leíamos en este diario, referido a la maestra que desde su longevidad nos narraba su pasión, sin parada y hasta el final.
Todo un ejemplo vivo, el de Luisa Cabello que a sus 103 años, sigue teniendo viva, como llama ardiente el recuerdo de su vocación por la enseñanza.
Dice la noticia que se jubiló “ a los 68 años y llorando” en su despedida.
Decir adiós, no debe ser nada fácil; tampoco para los que se van ahora imagino que dejar lo que se tiene como propio es siempre un desprenderse de una conquista por la que se ha apostado durante largo tiempo.
Luisa le explicó a la consejera el papel tan importante que la docencia desempeñó en su vida y cómo se inició, en Lorca en 1936.
En una época en la que acababa de comenzar la Guerra Civil española y en la que los maestros eran cada vez más controlados; tiempos duros, muy difíciles, de penas, donde la vida en blanco y negro rezumaba con tintes grisáceos los días y las noches.
En aquel tiempo imagino que sería durísimo ejercer la profesión. Después pasaron los años de cambios, traslados y así hasta 1980 año en el que se jubiló. Toda una vida de entrega y pasión, en el que tuvo que revalidar su papel de maestra y de mujer.
El caso de Luisa Cabello, como el de otros recientemente homenajeados en esa Gala del Docente que se viene realizando cada año en esta comunidad a los recién jubilados, es un bello gesto simbólico de aplaudir la trayectoria y el testimonio de vida de aquellos que nos enseñaron y tuvieron un importante papel en nuestra vida.
Se agradece que la sociedad mire y respete a sus maestros, también que los medios lo cuenten y lo amplifiquen.
Será un buen síntoma, para valorar la educación.