Septiembre es la antesala del despegue, del inicio de este nuevo curso tempranero que empieza con sus más y sus menos, entre deseos y sin prisas, como si todo sonara a esa sinfonía incompleta que sigue abierta a cualquier cambio, aunque tarde en llegar.
Como suele ocurrir todos los años, las universidades públicas madrugan cada vez más para iniciar sus actividades y en el acto de apertura se presenta la oportunidad de lanzar al viento los buenos propósitos y las buenas intenciones, que a veces suenan a más de lo mismo y que siguen estando ahí, en la lista de deseos, en la larga espera pero que se proclaman ante el patio repleto de autoridades políticas, civiles y militares que en primera fila escuchan, miran y se saludan arropando las palabras académicas y expectantes ante los posibles anuncios del presidente de la Comunidad Autónoma, que son la señal que define hacia dónde se camina o se intentará caminar en el futuro próximo y presenta sus promesas ante los asistentes, en esta ocasión más de 300 personas, entre autoridades públicas y miembros universitarios que se acercaron, en esta ocasión, al campus de Cartagena.
Este año, como novedad en la sesión, estuvo presente Roberto Fernández, presidente de la CRUE y rector de la Universitat de Lleida, conocido defensor del sistema universitario ante los medios, al ser reclamado en más de una ocasión para dar su opinión sobre los asuntos turbios de los másteres de los políticos y quien hizo la apuesta por la validación de las universidades dando garantías de su «calidad media estando entre los mejores del mundo».
Nadie discutirá que Fernández sabe bien lo que dice y que su presencia ha sido importante para reforzar el papel que pueden jugar las universidades, ante el maremoto generado por los últimos episodios vividos en la Universidad Rey Juan Carlos I, y de ese modo combatir la mala imagen que ha salpicado al sistema universitario.
Considero que su presencia ha sido un acierto, y una buena ocasión de reforzar y demostrar que las universidades necesitan y quieren apostar por mejorar sus controles.
En esta ocasión, una vez más los rectores de la UPCT y la Universidad de Murcia, hermanados, han dado ejemplo de aquel lema que decía «la unión hace la fuerza», mostrándose reivindicativos al reclamar una «financiación estable» para ambas instituciones.
Junto a éstos, el presidente López Miras se comprometió a cambiar las normas autonómicas y estatal para «ser más eficaces y eficientes», sin duda un titular que habrá que desarrollar y construir entre todos los implicados en esta historia si queremos avanzar. Curiosamente, en el mismo acto del pasado año, celebrado en el campus de Espinardo, ya se anunció que era el momento de abordar la modificación con esa participación conjunta; sin embargo, desde entonces, poco más sabemos de aquello.